Capítulo 35
Ella se acercó un poco más a él, tomó el chocolate de sus manos, retiró el envoltorio y luego procedió a alimentarlo. —Hermano, ¿quieres probar?
Los ojos oscuros y profundos de Oscar la observaron, indiferentes, antes de desviar la mirada.
—Hermano, mis brazos ya se cansan de sostenerlo; este chocolate es tan delicioso que nunca me atreví a comerlo. Normalmente no me permito comprarlo, pero te lo ofrecí primero a ti.
Oscar entreabrió los labios, y Belén le introdujo el chocolate en la boca antes de sentarse obedientemente.
Ella comenzó a conversar con Oscar. —Hermano, ya es tarde, ¿adónde iremos ahora?
A Oscar no le gustan los dulces. Si los consume, es solo porque son los que Belén no termina y él acaba comiéndoselos.
Belén miró el oscuro camino a su alrededor; ya eran las doce de la noche, y aunque casi se le cerraban los ojos, para tranquilizar a Oscar, resistía el sueño y seguía hablando con él animadamente.
Sin embargo, Oscar no mostraba ninguna reacción.
Cuando estaban a punto de
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