Capítulo 134
—¡Levántate!
Belén no esperó la ayuda del hombre, sino que fue recibida con una severa reprimenda.
Cuando Belén fue a ver a Oscar a escondidas, observó la ira en sus ojos y, con miedo, se puso de pie, encogiéndose de hombros, —¿No tienes suficiente dinero para los gastos, o se acabó el dinero en la tarjeta? Belén, ¿por qué sigues haciendo estas cosas?
Ahora no es como antes; ya no necesitas hacer estas cosas.
Esa tacañería en su carácter, siempre tan cautelosa y sin sentirse segura, hacía que Oscar se tomara la cabeza con dolor, preguntándose cuándo cambiaría ella.
—¿No te he dicho que no quiero más de esta basura en el garaje?
Belén respondió, —Esto no es basura, se puede cambiar por dinero.
—Ahora has aprendido a contradecirme, ¿eh?
Belén dijo, —Eres realmente muy brusco.
—Brusco, pero aún así no te veo obedecer.
Si Belén fuera una de las empleadas de Oscar, ya habría pensado en cómo redactar su carta de renuncia.
Tanto el personal de alto nivel como los empleados comunes sienten mie
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