Capítulo 126
En un estado de inconsciencia, Leticia sentía que flotaba en un vasto océano, su cuerpo ardía con un deseo frenético que gradualmente se apaciguaba por un frío helador, haciendo que sus ropas rotas parecieran tan inútiles como si estuviera desnuda.
Era como una sirena sumergida en el agua, débil e impotente, apoyada junto a la bañera, con gotas de sangre cayendo de su frente a las baldosas, formando manchas sanguíneas.
Verónica dijo: —Estaba preparando la cena para la señorita Belén, y cuando fui a su habitación a llamarla, no estaba. Justo iba a buscarla cuando el señor Oscar regresó.
La mirada sombría y profunda de Oscar se desvió de Leticia. —No dejes que muera.
Verónica respondió: —Sí, señor Oscar.
Oscar se preparaba para buscar a Belén, que no había regresado a medianoche, pero justo al salir, se encontró con una Belén sucia de pies a cabeza, parada frente a la puerta de su dormitorio.
Belén acababa de tocar el pomo cuando vio a la persona que salía de repente, se sobresaltó con c
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