Capítulo 17
El frío era tan intenso que el aire parecía a punto de cristalizarse en escarcha.
No fue hasta que el sabor metálico le inundó la boca que se dio cuenta de que había mordido su propio labio inferior.
Por este reencuentro, Ramón había dejado atrás doce meses de amaneceres y atardeceres. Recorrió cada rincón de la ciudad, buscando sin descanso, al punto de abandonar por completo sus estudios. El director, incapaz de seguir viendo al que alguna vez fue su alumno estrella hundirse en la apatía, decidió finalmente revelarle el paradero de Alejandra.
En cuanto obtuvo la información, compró el boleto de avión sin pensarlo dos veces.
Viajó sin pausa, con el cuerpo cubierto de polvo del camino y la garganta seca. No le importaba nada, solo quería verla. Ver a esa persona que lo había perseguido en sueños y desvelos.
Pero al reencontrarse con Alejandra, se topó con una verdad cruel:
Ya no era la misma muchacha dulce y tolerante que alguna vez lo había amado sin medida.
Por más que lo intentara,

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