Capítulo 80
—La premisa de mis palabras era que yo solo cumpliría con las exigencias de Gabriela si ella estuviera conmigo,—Guillermo puso los ojos en blanco.—Ahora, aunque ella me rogara, no me interesaría una mujer así.
—Solo es una mujer rota con la que has jugado...
Sin pensarlo, le di un puñetazo directo en la cara.
Guillermo cayó al suelo, con los ojos llenos de miedo.
Gabriela me sujetó de la mano, temerosa de que, en un arrebato, le diera una paliza a Guillermo.
No es que me preocupara por él, pero era cierto que en la alta sociedad tenía algo de reputación.
Si luego empezaba a difundir rumores, la perjudicada sería Gabriela.
Contuve mi ira y le advertí con voz fría.
—Te lo digo una vez más, ¡si no sabes hablar, mejor no digas nada!
Mi expresión amenazante hizo que Guillermo se calmara al instante.
—¿No quieres demostrar tu poder adquisitivo? Muy bien, te mostraré lo que significa que una simple joya cueste todo tu patrimonio.
Miré a Guillermo, que seguía tirado en el suelo.
Luego me volví
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