Capítulo 62

De todos modos, Juan no le daría el broche, pero hoy se disculpó nuevamente por ello. Aurora quería saber por qué. Ella se movió hacia atrás, apoyándose en la isla de la cocina. Dada la diferencia de altura entre ambos, inclinaba ligeramente la cabeza para mirarlo. Juan era muy atractivo y tenía un aire distinguido. Ese día, el señor Hugo había comentado que Juan, sin duda, pertenecía a una familia acaudalada y de alta sociedad; no estaba equivocado. La familia Serrano era la más rica de Ciudad del Mar; su padre, César, era un empresario muy conocido, discreto en su comportamiento, y Marta, su madre, había educado bien a sus hijos. Aunque Juan era indiferente con ella, en esencia era muy educado. Por eso, él se disculpaba por sus errores. —Quiero saber, ¿te disculpas ahora porque deseas tener sexo conmigo o simplemente te sientes culpable? Juan se quedó estupefacto; luego, sonriendo, se acercó a ella, apoyando sus manos en la isla y mirándola desde arriba. —Veo que te gusta ser directa