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Capítulo 2

Scarlett no supo cuánto tiempo estuvo llorando en esa habitación de hotel. Al final, cuando ella sintió que ya no le quedaban más lágrimas gimió pasándose un pañuelo por la cara, pero sus mejillas ya estaban secas. Le enfurecía que ya ni siquiera podría seguir desahogando su ira. Se puso de pie con las piernas temblorosas y esperó a que la sangre volviera a fluir por ellas, pues había permanecido en la misma posición durante mucho tiempo. No se atrevía a mirar la cama desordenada, ya que vomitaría si volviera a ver las manchas de sangre en las sábanas. Poco a poco, se dirigió al baño tambaleándose como un borracho, por lo que tuvo que agarrarse a la pared para no caer. Luego encendió la luz que iluminó el pequeño cuarto oscuro y al reflejarse en el espejo, ella tuvo que cerrar los ojos al sentir que el intenso brillo del foco la cegaba. En ese momento, se encontró con su propio reflejo. “Uf, no. ¡Qué horror!”. Scarlett gimió tapándose la boca mientras miraba su cabello totalmente enmarañado. Tenía el rímel corrido debajo de los ojos y un camisón transparente colgaba de sus delgados hombros apenas tapando su desnudez. Parecía una prostituta barata. Se acercó al espejo para verse mejor, pero tuvo que aferrarse al fregadero para no perder el equilibrio. Volvió la cabeza ligeramente hacia un lado y luego hacia el otro observando su cuello lleno de repugnantes chupetones. "No, esta no soy yo", gruñó. “¡No puedo ser yo!”. Sin embargo, lo era. A cada segundo que pasaba, Scarlett se convencía de que, efectivamente, la mujer en el espejo era ella, por vergonzoso que fuera. Se echó a llorar de nuevo y se sorprendió al ver que, después de todo, aún le quedaban algunas lágrimas. Entró en la ducha y abrió el agua caliente. Quería borrar cualquier indicio de la noche pasada. ¡Si tan solo pudiera arrancarse la piel! Se untó con jabón y se frotó con fuerza. Ni siquiera le dolía, ya que el asco era mayor que cualquier otra cosa. Se frotó hasta que el agua que rodeaba sus pies se volvió roja. De alguna manera, se sentía sucia, así que repitió el proceso una y otra vez hasta que ya no pudo sostener sus brazos. Luego, se envolvió en una toalla y regresó al dormitorio. Arrancó las sábanas de la cama y las puso en una gran pila con su camisón. Si pudiera, le prendería fuego en ese mismo instante. Scarlett recogió del suelo la ropa que usó la noche anterior. Era un vestido corto que no quería volver a utilizar después de lo que pasó, pero no tenía otra opción. Ella cepilló su pelo, demasiado enfadada como para pensar siquiera en atarlo. Recogió su teléfono, las llaves y el dinero que estaba sobre la mesita de noche para arrojarlos en su bolso, antes de salir corriendo del hotel. Una vez en la calle, le hizo la parada a un taxi y después de subirse le dio al chofer la dirección de Megan. Sus pies temblaron durante todo el viaje, ya que iba muy nerviosa, sin idea de lo que iba a hacer una vez que la viera. Sin planes y sin la capacidad de pensar en uno, todo lo que sabía era que necesitaba entender por qué alguien tan cercano a ella le haría algo así. ¿Por qué de entre toda la gente tenía que haber sido su mejor amiga? Después de todo ellas pasaron por cosas muy significativas para ambas. Cuando llegó a su destino, Scarlett se bajó del taxi y se detuvo durante unos minutos frente al complejo de apartamentos de su amiga. Posteriormente, llamó a la puerta y esperó ansiosa a que alguien abriera. Estaba a punto de volver a oprimir el timbre, cuando la puerta se abrió y los ojos confundidos de Scarlett se encontraron con los de la madre de Megan. Ya era mediodía, por lo que le pareció muy extraño que la mujer estuviera usando una bata de noche. Sin embargo, su mirada llena del más puro horror fue lo que llamó la atención de la chica. Era como si ella estuviera viendo a la última persona con quien quisiera encontrarse. ¿Estaba escondiendo algo? "Oh, hola, Scar", dijo la mujer, arreglándose el cabello. "¿Qué... qué te trae por aquí?". La madre de Megan estaba sudando como un cerdo. Scarlett la observó entrecerrando los ojos. “Vine a ver a Megan. ¿Está aquí?". “¡No! Lo siento mucho querida, pero ella se fue muy temprano. En este momento no se encuentra. ¡T-Tal vez podrías volver más tarde!”. Scarlett empujó a la madre de Megan por el hombro, para abrirse paso. Por suerte, ella conocía la casa mejor que nadie, así que caminó por el pasillo, gritando tan fuerte como podía. “¡Megan! ¡Sal, maldita p*rra! ¡Sal, de dónde estés!”. “¡¿Qué estás haciendo?! Ya te dije que mi hija no está aquí. ¡Tienes que irte, ahora!", dijo la mujer yendo atrás de ella apresuradamente. Se dirigió hacia la habitación de su amiga, pero al pasar por delante del dormitorio de la madre, la puerta estaba entreabierta y por la rendija ella vio algo que la hizo detenerse abruptamente. "¡Scar!", gritó la mujer con voz temblorosa. “Vete, yo le diré a Megan que viniste". Pero la chica no estaba dispuesta a obedecer, así que irrumpió en la habitación de la madre donde inmediatamente un fuerte olor a licor y sexo golpeó su nariz. Ella se la tapó con la mano mientras miraba al hombre que estaba de pie medio desnudo junto a la cama. ¡No podía creer lo que veía! "¿Papá?", preguntó con tono de incredulidad. No había dudas. Allí estaba su padre, quien se veía totalmente fuera de lugar dentro de la habitación de esa mujer. "¡¿Qué estás haciendo aquí?!", gritó Scarlett con enojo. El hombre frunció el ceño y se movió de un lado a otro en silencio, mientras el rostro se le ponía tan rojo como un rábano. "¿Por qué estás desnudo en la habitación de esta mujer? Papá, supongo que podrás explicarlo”. "No tengo nada que decir, hija". Fue como si le hubieran sacado el corazón del pecho para arrojarlo contra la pared. Scarlett abrió la boca, pero no salió ninguna palabra de ella. ¿Habría algo que decir? Las cosas que estaba viendo se explicaban por sí mismas. De pronto, su padre la señaló con un dedo acusador. “¡Entraste aquí como alma que lleva el diablo! ¿No sabes lo que es el respeto? Fue tu culpa encontrarme aquí". Scarlett dejó escapar una risa irónica. Luego se volvió para mirar a la madre de Megan, quien estaba apoyada contra la puerta, mirándola con ojos fríos. "Yo traté de detenerte, pero no me hiciste caso", sentenció como si verdaderamente fuera culpa de la chica. Ella los miró uno a uno, todavía incapaz de creer que la escena que se desarrollaba fuera real. Nunca en su vida podría haber adivinado que su padre tenía una aventura con la madre de Meg. Vivían en mundos completamente diferentes. Le pareció bastante irónico que al ir a resolver sus problemas con su mejor amiga, se topara con esa absurda escena entre su padre y esa mujer. “Escucha, esto no es lo que parece. Creo que estás entendiendo todo mal, pero no hay absolutamente nada entre tu padre y yo. Nosotros solo...". "¡Cállate!", la interrumpíó Scarlett. “No quiero oír mentiras. Si no pasa nada entre ustedes, ¿cómo explicas que él esté desnudo en tu habitación? ¿Ahora qué mentira dirás? ¡Lo que está sucediendo es evidente!". "¡Scar!", gritó su padre. "¡Cállate tú también! Estoy harta de todo. ¡De tal madre, tal hija! ¿O no? Ambas son repugnantes. ¿Durante cuánto tiempo has tenido los ojos puestos en mi padre? ¡Contesta! ¡¿La misma cantidad de tiempo que Meg ha querido robarme a mi prometido?!”, preguntó la chica temblando de ira. "¡Son un par de z*rras y espero que se pudran en el infierno!". En ese momento, se oyeron los pasos de alguien que se acercaba apresuradamente por el pasillo. Entonces las miradas de todos se dirigieron hacia la puerta para mirar a la recién llegada, que no era otra que la propia Megan. Estaba sin aliento, pero sus ojos ardientes se posaron sobre Scarlett. "En primer lugar, ¿qué estás haciendo en nuestra casa y por qué le dices z*rra a mi madre?". Scarlett empuñó las manos con impotencia. Nunca pensó que algún día sería capaz de asesinar, pero en ese instante, todo lo que quería era apretar el cuello de Megan y exprimirle la vida.

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