Capítulo 42
¡Zas!
Antes de que pudiera terminar de hablar, levanté el brazo y le di una fuerte bofetada en la cara.
Rafael, sorprendido por mi repentina acción, giró su cabeza hacia un lado mientras se tocaba la mejilla con la lengua, y me miró con una mirada tan afilada como un cuchillo: —¿Qué pasa? ¿Te enfureciste porque adiviné lo que pensabas?
—¡Rafael, me das asco! —Mi cuerpo temblaba incontrolablemente, y sentía como si mi pecho fuera a estallar.
—¿Ah sí? ¿Y no te repugna estar con Sergio? ¡Si se atreve a robar la esposa de un amigo, qué clase de buen hombre puede ser!
Lo miré fríamente, como si fuera la primera vez que realmente veía a la persona que tenía frente a mí.
Este hombre, que ocupó toda mi juventud y a quien amé con todo mi ser.
El amor unilateral y valiente que entregué, nunca imaginé que un día acabaría de esta manera.
—Lucía, te lo digo, ¡no me voy a divorciar de ti! Quiero ver qué puede hacer ese Sergio, atreviéndose a hacer algo tan inmoral como llevarse a una mujer casada.
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