Capítulo 4
Después de que Leticia se marchara, Vicente tampoco se quedó mucho tiempo más. Se dirigió directamente a su habitación y encendió la computadora.
En medio mes partiría hacia Londres, así que necesitaba rentar un lugar para vivir. Mientras buscaba apartamentos, aprovechó para investigar algunos platillos locales y comenzó a practicarlos en casa.
Vivir solo en otro país no sería fácil, y lo mejor era adaptarse cuanto antes.
Acostado en la cama, Vicente tomó su celular sin mucho interés y empezó a deslizar la pantalla. Fue entonces cuando vio una publicación de Instagram que Pedro había subido hacía apenas media hora:
[Gracias por estar presente en cada momento importante de mi vida.]
En la parte inferior de la publicación, había una foto en la que Leticia estaba sentada junto a Pedro, mirándolo con una ternura que Vicente nunca había visto en ella.
Las amigas de Leticia ya habían dado "me gusta" a la publicación. Además, el primer comentario también era de ella:
[Prometí cumplir nuestro acuerdo, y nunca faltaré a mi palabra.]
El resto de los comentarios reflejaban una atmósfera cálida y de felicidad. Una de sus amigas incluso escribió: [Nos alegra tanto verlos felices juntos.]
Sin embargo, esa armonía se rompió con el último comentario: [Dejen de publicar, que si Vicente lo ve, se va a armar otra vez.]
Era cierto, Vicente había causado problemas antes.
En ese entonces, él no sabía que Pedro era el primer amor de Leticia. Solo creía que eran amigos muy cercanos. Así que, al notar el cuidado y la atención que Leticia le dedicaba a Pedro, se sintió incómodo y decidió mencionarlo con cautela, —Al ser de sexos opuestos, aunque sean amigos, creo que sería bueno mantener ciertas distancias para evitar malentendidos.
Era un comentario razonable, pero Leticia se molestó al instante, —Solo somos amigos. Nuestra relación es completamente normal, ¿por qué habría que evitar algo?
Incluso las amigas de Leticia lo criticaron, —No seas tan posesivo. ¿También quieres controlar con quién puede hablar? Eso ya es demasiado.
Vicente no entendía. Solo había sugerido un límite para evitar malentendidos entre Leticia y Pedro, pero todos terminaron apuntándole a él, acusándolo de exagerado.
Hasta que, por casualidad, Vicente descubrió la verdad: Pedro no era simplemente un amigo de Leticia, sino su primer amor.
Aquel amor que ella nunca había logrado olvidar, pero que fue forzado a terminar porque la madre de Leticia no lo aprobaba, lo que llevó a Pedro a marcharse al extranjero.
Solo entonces entendió todo.
Era lógico que Leticia tratara a Pedro de forma diferente. Era lógico que sus amigas nunca lo hubieran aceptado del todo, y que reaccionaran con tanta intensidad cuando él sugirió que Leticia y Pedro mantuvieran una cierta distancia.
Resultó que la persona a la que Leticia había amado profundamente, desde el principio hasta el final, siempre había sido Pedro.
Y para las amigas de Leticia, Vicente no era más que un intruso, un ladrón que había usurpado el lugar que le correspondía a Pedro. Ellas estaban convencidas de que solo con Pedro, Leticia podría ser verdaderamente feliz.
Vicente sacudió esos pensamientos de su mente y, en lugar de confrontar a Leticia como algunos podrían haber esperado, simplemente cerró su celular y dejó que el sueño lo venciera.
Cuando volvió a abrir los ojos, ya era de madrugada. Lo despertó el fuerte zarandeo de alguien que lo sacudía con insistencia. Al enfocar la vista, se encontró con el rostro sombrío de Leticia, que lo miraba con evidente molestia.
Vicente tomó su celular de la mesita de noche y comprobó la hora. Su frustración se hizo evidente en el suspiro profundo que dejó escapar mientras intentaba mantener la calma.
—¿Qué pasa? —preguntó, alzando la mirada con cansancio.
Pero Leticia no le dio oportunidad de relajarse. Su voz, helada y cargada de reproche, dejó en claro todo su descontento.
—¿Vicente Fernández, acaso recuerdas que soy tu novia? He llegado tardísimo a casa, y ni una sola llamada, ni un mensaje tuyo. ¡Nada! Los novios de mis amigas al menos se preocupan por ellas, las llaman para preguntar dónde están, o las apresuran a volver. ¿Y tú? ¿Qué clase de actitud es esta?