Capítulo 257 Señora Herrera, estamos realmente casados.
No hizo falta volverse para saber quién era.
Angélica giró de inmediato y empujó a Martín: —Vas a lastimar al bebé.
—No voy a hacer nada, solo quiero abrazarte.
En la oscuridad, la voz profunda y sedosa resonó sobre su cabeza.
El abrazo de Martín era cálido, y Angélica dejó de empujarlo, ajustando su posición para acurrucarse en su pecho.
Sin embargo, pronto comenzó a sentirse incómoda.
No sabía en qué momento, pero Martín ya había metido la mano por debajo de su camisón, tocando suavemente su piel.
—Dijiste que no ibas a hacer nada. —Angélica presionó su mano traviesa.
—No voy a hacer nada, solo quiero besarte.
Angélica estaba a punto de decir algo, pero Martin la beso apasionadamente, dejándola envuelta.
Él llevaba puesta una camisa, y a través de la ligera tela, ella podía sentir el calor de su pecho.
Angélica sintió que era difícil resistirse, y temía que, si seguía así, realmente terminarían haciendo algo.
Justo cuando pensaba en detenerlo, Martín reaccionó a

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