Hana aún así no soltó a su hija. La tenía agarrada del brazo con ambas manos mientras miraba a Tessa con expresión de esperanza. Los rasgos de Tessa eran muy similares a los de Hana cuando tenía diecisiete años, pero Tessa era mucho más hermosa. Tessa no tenía de qué preocuparse en el mundo y vestía un atuendo elegante. Parecía una pequeña princesa.
Hana sentía una agitación indescriptible dentro de ella. Tenía un nudo en la garganta mientras decía de forma desesperada: “Tessa, soy tu madre. ¿No me reconoces, Tessa? Yo te compré toda esta hermosa ropa que estás usando para ti con el dinero que gané. Tessa…”.
Tessa empujó agresivamente a Hana. “¡M*ldita mujer! ¡Por qué no te vas al infierno! ¿Tienes poca vergüenza? ¿Eres tan descarada? ¿Fuiste tú quien me compró la ropa que llevo puesta? ¡Eres el tipo de mujer que solo se preocupa por su disfrute! ¡Solo te importa jugar con los hombres! ¡Eres una mujer que ni siquiera le importa mi papá! ¡Cómo te atreves a decir que eres mi madre! ¿Có