Capítulo 54

¡El vicepresidente de la sucursal, Salvador! Ella había sospechado que había un infiltrado en la empresa, pero nunca había imaginado que fuera él. —Qué triste, ¿cómo pueden atar así a nuestra delicada secretaria Viviana? Salvador, con un tono de falsa compasión, entró y cerró la puerta detrás de él, encendiendo una luz... Una luz cubierta de telarañas y sorprendentemente tenue. Gracias a la luz, Viviana por fin pudo ver lo que pasaba. Había una mesa de comedor, un sofá y un mueble para el televisor, reminiscente de los salones de antaño. El lugar estaba cubierto de una gruesa capa de polvo y, y era obvio su tiempo de abandono. Desvió su mirada de observación y la fijó en Salvador, mirándolo directo con sus fríos y hermosos ojos. —Vaya, esa mirada sí que da miedo. —continuó él, riendo, y extendió la mano hacia su rostro. Viviana desvió la cabeza con disgusto. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Salvador frotó sus dedos, saboreando la suavidad y delicadeza de su piel, luego llevó su mano a