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Capítulo 14

—Cipriano, ¿qué estás mirando? Susana lo vio algo distraído y le tiró de la manga. Bloqueada la vista por los árboles al lado del camino, ya no se podía ver la escena del otro lado, Cipriano retiró de inmediato su mirada: —No es nada. Miraba hacia el camino frente a él, sumido por completo en sus pensamientos. Viviana lo siguió. David estaba parado junto a un árbol recibiendo una llamada, y Viviana, que lo seguía de cerca, se detuvo en seco cuando él se volteó a mirarla. Al ver que estaba en una llamada, Viviana se detuvo apresurada y retrocedió hacia un pequeño pabellón en forma de hongo detrás de ella. Se frotó la frente, sintiéndose algo estúpida. Cuando David terminó la llamada, Viviana se acercó, avergonzada pero tratando de mantener el humor: —Gerente David, tiene un ojo clínico, ni siquiera sé leer la situación, definitivamente no soy adecuada para ser tu secretaria, disculpa las molestias causadas. —¿Viniste aquí solo para demostrar que no eres adecuada? ¿Solo para decirme eso? —Preguntó David, levantando una ceja. ... Viviana se encontraba completamente sin defensa alguna bajo su escrutinio. Se rio con ironía, dado que la búsqueda de empleo era inútil, decidió ser franca: —Claro, vine aquí intentando hacer un gran esfuerzo, pero la impresión que dejé antes fue tan mala, y hoy también fue bastante vergonzoso, por cierto, obviamente no te agradé, así que pensé que era mejor terminarlo pronto y no ofenderte más. David, con una expresión calculadora, dijo: —¿Crees que te rechacé por esas razones? Viviana: —¿Entonces por cuáles? —Vienes vestida de esa manera para solicitar ser mi secretaria, si te aceptara, ¿no daría la impresión de que solo busco belleza? —dijo, inclinándose un poco hacia adelante, bajando la voz: —Incluso si realmente deseara belleza, no tendría que anunciarlo de forma tan abierta. ... Viviana se puso roja. Desde las mejillas hasta las orejas, tan rojo como si pudiera sangrar. Él estaba burlándose de ella por pensar que podía conseguir el trabajo solo por su belleza, despreciando esa idea. Viviana no se defendió, pero en realidad no tenía dignidad para quedarse más tiempo, dijo apresuradamente: —He aprendido la lección, me voy ahora, adiós. No esperó su respuesta y caminó a paso largo fuera del bosque. Lorena y Xavier regresaron y se sorprendieron al encontrar solo a David. —¿Dónde está Viviana? —Ella se fue. —Respondió David. —¿Ah…? —Lorena estaba sorprendida, sabía que la búsqueda de empleo había fallado, pero ¿cómo podía ser esto posible?, no podía evitar decirle: —Gerente David, Viviana es bastante talentosa... David interrumpió: —No parece. Lorena, astuta como era, entendió de inmediato dónde estaba el problema de todo esto. Ella pensó que había visto suficiente del comportamiento lascivo de los hombres, asumiendo que a todos les gustaban ese tipo de cosas, pero no sabía que David prefería restringir sus deseos y mantener un estilo de vida sosegado y puro. —Ay, esto es un malentendido. —Se apresuró a corregir: — Todo es mi culpa, Viviana no vino vestida así, le critiqué por traer ropa demasiado larga... Y la obligué a ponerse la ropa que traje. ... David se quedó sin palabras. Viviana, al llegar a casa, se quitó furiosa la ropa que llevaba puesta. Se sentó frente al tocador con un aire de abatimiento. Después de dejar el Grupo Horizonte, después de alejarse de Cipriano, ¿en verdad ya no era nadie? Esperó a que el desánimo se disipara un poco y luego sacó el celular para llamar a Lorena y disculparse por haberse venido. Lo había puesto en silencio para no recibir molestias durante la entrevista. Al encenderlo, aparecieron innumerables llamadas perdidas. Había de Cipriano. Y también infinidad de Lorena. Ignoró las de Cipriano y llamó directo a Lorena: —Perdón, me sentí mal, creo que me dio un bajón de azúcar y me vine antes. Se me olvidó avisarte. Del otro lado, Lorena guardó unos segundos de silencio: —La que debería disculparse soy yo. Entre personas inteligentes, no hacía falta explicar demasiado. —Ay, no te preocupes. Yo solo estaba intentando. Tú ya me ayudaste bastante, no me olvido de tu favor. —Nada de favores. Ya le expliqué a David lo de la ropa, pero no dijo nada al respecto. Le pedí el número al gerente Xavier, ¿quieres intentar una vez más? Viviana lo pensó unos segundos, pero al final desistió de esa idea: —No, lo mío con el Grupo Innovar no se va a dar. Al escucharla, Lorena no insistió más. Al colgar, Viviana se recostó en la cama para dormir. Cuando el ánimo se venía abajo, el cuerpo también sintió el peso. En medio del sopor, oyó la puerta abrirse. —Mmm... —Se dio la vuelta, entreabrió los ojos y vio a Cipriano parado al borde de la cama con el rostro sombrío. Viviana no tenía intención alguna de hablar con él, así que se giró y se cubrió la cabeza con la sábana. —¿Has estado en casa todo el día durmiendo? ¿No saliste? —Cipriano se sentó en la cama con un tono lleno de sospecha. Viviana no respondió. —Hoy vi una figura en el campo de golf que se parecía mucho a ti. ... Viviana abrió asombrada los ojos de golpe. ¿Él también fue al campo de golf? Qué ridículo era todo esto. Después de que él y Susana le hicieron una "transmisión en vivo" de su traición, ¿ahora tenía la cara de venir a cuestionarla sobre si había salido? Quiso decir "¿y si fui yo ¿qué?", pero pensó que tal vez él iría a molestar a Lorena, así que prefirió mejor guardar silencio. Cipriano se inclinó un poco, levantó una esquina de la sábana y sus ojos se posaron en el cuello blanco y precioso de ella. No vio ninguna marca sospechosa y su expresión se suavizó un poco. Pero aun así no se quedó tranquilo. Necesitaba oírlo de su boca: —¿Saliste hoy o no? —No salí. Estuve toda la tarde limpiando el jardín. Quiero dormir un poco, deja de molestar. —Viviana lo rechazó con desprecio y volvió a cubrirse la cabeza con la sábana. Cipriano vio que no parecía estar mintiendo, así que finalmente se dio por vencido. Cayó la noche. David cenaba en su penthouse. Enrique estaba a su lado, sirviéndole una copa de vino tinto. Enrique era su mayordomo personal y también hacía el papel de chofer, cocinero y, en ciertas ocasiones, colaboraba con el asistente Samuel en algunos asuntos laborales. —¿Todavía no hay noticias de la empresa de cazatalentos? —preguntó David tras un sorbo de vino. —Samuel acabó de enviar una lista de candidatos. Dijo que cuando tengas tiempo, la revises para ver si alguno le convence. Enrique respondió, y luego pareció recordar algo curioso: —Apenas la abrí y encontré de una un nombre muy familiar: la señorita Viviana, la misma con la que choqué la vez pasada. —¿Oh? David dejó la copa de vino: —Tráeme la tablet. Aunque su tono era relajado, Enrique, que llevaba más de veinte años sirviéndole, sabía que eso ya era una clara señal de mucho interés. Enrique fue apresurado al estudio y trajo la tablet, se la entregó. David abrió enseguida la lista de candidatos. Ya había rechazado a muchos anteriormente. Lo que él buscaba en realidad era alguien que supiera de gestión, con autoridad, buena imagen, habilidades sociales, capaz de actuar como un puente entre él, los distintos departamentos y los socios de la empresa. Una secretaria clave que resolviera tanto asuntos grandes como también pequeños. —Señor David, la señorita Viviana, aunque se ve joven, tiene una capacidad extraordinaria. En cuatro años dentro del Grupo Horizonte pasó de ser una empleada común del departamento de proyectos a ser la gerente. El crecimiento del Grupo Horizonte en los últimos años, en gran parte, fue sido gracias a ella. Muchas empresas del sector han querido contratarla sin éxito alguno, porque el presidente del Grupo Horizonte, Cipriano, era su novio. Pero según se dice, él va a casarse con la cuarta señorita de la familia Herrera. La señorita Viviana, indignada, renunció al Grupo Horizonte. Ay, también la verdad es una chica tonta...

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