Capítulo 2 Solo Lena puede tener mi hijo
Deirdre McKinnon se quedó atónita. Entonces, sus ojos empezaron a enrojecerse.
Resultaba que él ya lo sabía. La había llamado solo para confirmarlo. Si sabía que estaba embarazada, ¿por qué no lo había revelado? ¿Porque le había gustado ver el brillo de alivio en sus ojos? ¿Porque había querido ver cómo se desmoronaba ese pequeño destello de consuelo?
Deirdre se mordió el labio inferior y se obligó a mostrarse tranquila al recordar lo mucho que Brendan detestaba verla llorar. "¿Brendan? Te juro por Dios que seré obediente y haré todo lo que me pidas. Solo déjame... déjame quedarme con mi bebé, ¿de acuerdo? ¿P-Por favor? Lo juro, no... no te molestará. Y-Y cuando Charlene se despierte, te prometo que me iré con mi bebé. Se desvanecerá en el aire... como si nunca hubiera existido".
Su voz temblorosa no conmovió lo más mínimo a Brendan; él tenía el corazón de piedra. En lugar de eso, la miró y pronunció con burla en sus ojos negros: "Oh, debes estar bromeando. Te convertiste en la señora Brighthall y has estado disfrutando de todos estos m*lditos lujos y comodidades que ni siquiera te mereces. Todo porque tienes la suerte de tener esa cara. Puedo darte algo de libertad, pero siempre he dejado claro que solo Lena puede llevar a mi hijo. Nunca permitiré que lleves a mi bebé".
'Nunca permitiré que lleves a mi bebé'. Deirdre se lo repitió para sus adentros.
Sus crueles palabras la cortaron como cuchillos, lo que le dolió aún más de lo que le habría dolido si simplemente hubiera blandido la mano y la hubiera abofeteado en las mejillas.
¿Por qué Brendan tenía que tratarla así?
Cada vez le costaba más respirar...
Entonces, unos pasos resonaron fuera de la sala de estar. Deirdre levantó la cabeza, sintiéndose alerta. Steven estaba aquí, y Brendan por fin había agotado toda su paciencia.
"¡Quiero que lo hagas rápido, Steven!", ladró sus órdenes. "Llévala a un hospital privado donde la confidencialidad esté asegurada. No quiero que se sepa nada de esto".
En los ojos de Deirdre se reflejaba la sorpresa. Se estremeció ante la agonía de ver cómo el padre de su bebé le trataba como a una bestia destinada a ser sacrificada. "¡No! ¡Nooooooo! Por favor, Brendan".
El hombre la ignoró. Se limitó a lanzar una mirada a Steven.
La mente de Deirdre se quedó en blanco y cayó de rodillas mientras gritaba: "¡No, Brendan! No, Brendan. Por favor, por favor, por favor... ¡Déjame quedarme con este bebé, por favor! Incluso puedes darlo en adopción. Solo déjame... ¡déjame tenerlo hasta que nazca!".
Se golpeó repetidamente la cabeza contra el suelo, haciéndose sangrar la frente.
Las facciones de Brendan se torcieron en una mueca de disgusto. "Dios, realmente no mereces tener su cara. Lena nunca doblaría ni una sola rodilla. Eres jod*damente patética".
Deirdre quería reírse. Por supuesto que Charlene McKinney no lo haría, nunca lo necesitaría. La querían. Brendan la amaba. Él, el heredero de la familia Brighthall, estaba perdidamente enamorado de ella. Ella había estado en coma durante años, pero Brendan había permanecido a su lado durante todo ese tiempo.
¿Quién era Deirdre comparada con un ángel como Charlene? Deirdre siempre había sido la sustituta barata de Brendan. Su valor residía en el hecho de que se parecía a Charlene, así que ¿qué otra cosa podía hacer sino arrastrarse a sus pies y suplicarle?
"Déjame quedarme con el bebé, por favor...".
"Nunca", dijo Brendan con frialdad. Estaba harto de discutir con Deirdre.
Luego se volvió hacia Steven y gruñó: "¿Qué esperas? ¡Quítala de mi vista y llévala allí! Deja de perder el tiempo".
Steven fue inmediatamente a levantar a Deirdre.
"¡No! ¡Nooooo! ¡No quiero ir!". Chilló ella, luchando mientras las lágrimas corrían por su cara. "¡Brendan, por favor! ¿Cómo puedes odiar al bebé? Es tu bebé, tú eres el padre. Es de tu sangre".
Brendan permaneció en su asiento, impasible e indiferente. Ni siquiera pudo dedicarle una breve mirada de compasión. Aquella cosa no era hijo suyo. Apenas significaba más que un perro callejero para él.
La desesperación rodeó con sus brazos a Deirdre, que cayó al suelo con estrépito. Unas sacudidas de dolor le recorrieron la piel desde el abdomen, casi como un grito de la pequeña vida que llevaba dentro. El niño hacía todo lo posible por demostrar que estaba allí.
Deirdre lloraba desconsoladamente.
De repente, un agudo zumbido sonó desde el segundo piso y resonó en la sala de estar.
Deirdre se quedó estupefacta. Antes de que reaccionara, Brendan corrió hacia las escaleras. La alarma solo sonaba cuando se producía un cambio en el cuerpo comatoso de Charlene, así que nada era más importante para él que aquel sonido.
Steven le siguió de inmediato. Cualquiera que hubiera trabajado para Brendan el tiempo suficiente sabría lo mucho que Charlene significaba para Brendan. Aunque Deirdre se estuviera muriendo literalmente en el suelo, Charlene seguiría siendo su prioridad.
De repente, Deirdre se encontró sola en la sala de estar. Se apoyó en la puerta y se puso en posición fetal para aliviar el dolor que sentía en el abdomen.
"Calla, cariño. Calla". Por su rostro pálido corrían gotas de sudor, pero una leve sonrisa de alivio logró dibujarse en sus labios. "Estás a salvo. Mamá te protegerá".
Sería lo bastante valiente como para mantenerla a salvo de cualquier cosa. De cualquier cosa, aunque Brendan pudiera odiarla por ello.