Sentía como si estuviera utilizando aquella acción frenética que le salía del fondo del corazón para decirle algo.
A Deirdre se le doblaron las rodillas y apoyó la cabeza sobre el pecho del hombre. No podía verlo, pero sentía los latidos acelerados de su corazón.
"Deirdre". Antes de que pudiera decir nada, la voz del hombre se volvió ronca y sus finos labios ya se acercaban poco a poco a su oreja. Le preguntó implorante: "¿Puedo?".
La respuesta a la pregunta de Brendan era obvia. Deirdre no esperaba que Brendan fuera a pedir su consentimiento. Era como si fuera a aflojar el agarre sin la menor vacilación por muy excitado que estuviera en cuanto ella sacudiera la cabeza.
Deirdre cerró los ojos con fuerza y no habló. Los finos labios de Brendan se curvaron en una mueca. "Consideraré que consientes si no dices nada".
...
La cabeza de Deirdre estaba mareada cuando terminó. Brendan la llevó al baño para que se duchara. Luego, él la acurrucó entre sus brazos como si protegiera un pr