Nell no tenía idea de lo que él estaba tratando de transmitir con esa mirada.
Ella se devanó los sesos y no pudo pensar en un momento en el que hubiera hecho una petición absurda. La confundió en cuanto a dónde podría haber venido la burla.
Su sensación de inquietud se hacía cada vez más fuerte.
Además de eso, todavía no tenía pistas sobre la identidad de las personas que habían intentado asesinarlas en el avión.
Un asesino escondido y una aldea extrañamente anticuada. Eso sin contar a estos aldeanos con intenciones desconcertantes.
Todo esto hizo que su cuerpo se tensara y no había forma de que pudiera relajarse.
Lo bueno era que parecía que este hombre era fiel a sus palabras.
Él prometió llevarla a ver al legendario “Fred”, y realmente fueron allá.
Fred estaba en la casa del jefe de la aldea, así que se dirigieron allí sin cenar.
La casa del jefe de la aldea no estaba lejos de donde estaban. Llegaron a la casa después de unos 20 minutos de caminata.
Podían ver una gran cas