Capítulo 98
Los labios de Leticia rozaron su cuello, y en ese momento, el cuerpo de Ignacio se tensó bruscamente.
Era como si alguien le hubiera lanzado un hechizo.
Después de un largo rato, extendió la mano y la rodeó por los hombros.
Sus dedos se cerraron lentamente alrededor de su brazo, como si intentara, a través de la tela, sentir su piel.
Su nudo de la garganta, marcado y sensual, se movió hacia arriba y hacia abajo varias veces. Cuando finalmente se calmó, tomó su brazo y lo puso sobre su cuello, girando ligeramente, pasando un brazo por debajo de sus piernas y el otro alrededor de su espalda, levantándola en un abrazo horizontal.
Salieron del club, y él pidió al portero que llamara a un conductor.
Mientras esperaban, dos autos llegaron.
Carlos y Alejandro bajaron uno detrás del otro de un mismo coche.
En el otro coche estaba Héctor.
Cuando Alejandro vio a Leticia siendo cargada en brazos, se sorprendió y exclamó. Carlos, con poco interés, le lanzó una mirada despectiva: —¿Qué pasa, ves al
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