Capítulo 26
—Vamos.
—¿Adónde? —preguntó ella.
—Haz lo que te diga tu jefe, no hagas tantas preguntas —respondió él mientras caminaba.
Leticia comenzó a correr para alcanzarlo: —Abogado Ignacio, ¿puedo hacerle una sugerencia?
—Habla.
Él no detuvo su paso.
—¿Podrías caminar un poco más despacio?
Ignacio se detuvo, se giró y la miró.
Su mirada bajó lentamente y se fijó en sus piernas.
Con total seriedad, comentó: —Ya veo, tienes las piernas cortas.
Leticia se quedó sin palabras.
Ella era alta para una mujer, y su proporción cintura-cadera era tan buena como la de una modelo, ¿cómo podía ser que sus piernas fueran cortas?
Ignacio siguió caminando, pero a un paso más lento.
Ahora Leticia ya no necesitaba correr para seguirle el ritmo.
Ignacio conocía a personas muy importantes, pero Leticia no sabía exactamente quiénes eran. Solo podía suponerlo, basándose en el lugar en el que se encontraban y el contenido de la conversación.
Era un caso internacional complicado.
Frente a una figura de gran poder, Ign
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