Capítulo 7
Su mente quedó en blanco, como si algo en su interior hubiera estallado. Se dio cuenta de que, en ese momento, no podía soportarlo. Esas dos palabras, romper, atravesaron su corazón como una daga afilada, dejando un vacío profundo en su pecho.
Desesperado, Alejandro intentó llamar a Raquel una y otra vez, pero no podía comunicarse.
Marcaba y marcaba, pero siempre colgaban al otro lado.
Su corazón latía descontrolado, el miedo de perder a Raquel lo invadía por completo.
Sin preocuparse por las heridas en su cuerpo, Alejandro arrancó la vía del suero y, sin pensarlo, se levantó para salir corriendo.
Justo en ese momento, algunos amigos, junto con Ana, entraron en la habitación y lo vieron fuera de la cama.
—¡Alejandro, estás loco! —exclamó Ana, sorprendida.
Pero él ni siquiera les prestó atención. Con furia en los ojos, gritó, —¡Déjenme en paz!
Sin importarle el dolor en sus heridas, corrió hasta su casa.
Al llegar, se dio cuenta de que todas las cosas relacionadas con Raquel habían desa
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