Capítulo 95
Carlos entrecerró los ojos al desplegar la lista y comenzó a leer los nombres en voz alta.
—Felipe, Genaro...
Parecía como si el mismo diablo estuviera pasando lista, y aquellos mencionados temblaban de miedo, sudando fríamente. A su lado, el corpulento chofer Víctor, estaba listo para actuar si era necesario.
No pasó mucho tiempo antes de que el gran salón de banquetes se vaciara, quedando solo unas pocas personas.
El ambiente se tornó gélido.
Carlos cerró la lista, y con una sonrisa en su rostro regordete, anunció: —Presidente Federico, todos están presentes.
—Um.
La mirada de Federico se desvió hacia una esquina y dijo: —Gonzalo, ven y reconoce a estas personas.
Gonzalo, con los puños apretados y los ojos rojos y húmedos de emoción, exclamó: —¡Qué bien, Federico! ¡Sabía que no me olvidarías!
Sus manos aún estaban vendadas, y entre lágrimas y risas, su rostro golpeado lo hacía parecer bastante desaliñado.
—¿Son estos los que te agredieron?
Preguntó Federico.
Gonzalo asintió vehemente
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