Capítulo 93
Rafael quedó completamente paralizado, incapaz de pensar ni por un instante.
Federico le entregó la invitación a Gabriela, que estaba junto a él. —Léela.
Gabriela avanzó y cogió la invitación.
Con los labios apretados, su semblante era gélido como el hielo.
Sus ojos se fijaron en el micrófono que Rafael sostenía, y de manera abrupta, se lo quitó de las manos.
—Hola.
Ajustó el volumen del micrófono, y su voz suave inundó el salón del banquete, aunque en ese momento, nadie podía sonreír.
Gabriela observó la invitación, donde Rafael había escrito personalmente sus elogios, y comenzó a leer en voz alta.
—Estimado fundador del Grupo Brisa, le extendemos una cordial invitación para asistir al septuagésimo cumpleaños de mi abuelo.
—¡Cállate! ¡No continúes!— El rostro de Rafael se tornó pálido.
Intentó avanzar para arrebatarle el micrófono, pero el chofer Víctor lo detuvo con un empujón.
La voz de Gabriela era fría, aunque clara: —Desde hace tiempo lo admiro, ansío su llegada
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