Capítulo 48
Gabriela quedó atónita ante tal interrogatorio.
Nunca había pensado en aprovechar el poder de Federico, y con Rafael presionando constantemente, Federico ya enfrentaba suficientes problemas.
—Gabriela, ¿acaso soy tan despreciable?
—No, señor Federico.
Gabriela intentó explicarse, pero no era elocuente y carecía de experiencia en manejar a los hombres.
El ascensor se detuvo en el piso 21, y Federico, sin dudar, maniobró su silla de ruedas hacia fuera. Gabriela tuvo que correr para alcanzarlo, siguiéndolo hasta la puerta de la habitación.
—¡Señor Federico!
Ella dijo, sonrojándose: —¡Usted es tan admirable! ¿Cómo podría ser despreciable? ¡Lo que me preocupa es molestarlo!
El hombre se giró para observarla con detenimiento, sus ojos llenos de sinceridad.
—Señor Federico, yo soy una persona muy común, y usted es alguien tan impresionante. Al asociarse conmigo, está en desventaja.
Ella había crecido en el campo y nunca había visto a un hombre tan distinguido y noble.
Para ella, él era como u
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