Capítulo 41
Gabriela se sintió conmovida por las palabras, sintiendo calor en manos y pies.
—No te burles de mí.
Federico, con resignación, respondió: —Está bien. He sido hospitalizado por una enfermedad grave, y Rafael se ha vuelto aún más arrogante, mostrando más debilidades. En el cumpleaños número setenta de mi abuelo, les daré un regalo especial.
Planeaba darle a Rafael la oportunidad de firmar ese acuerdo de apuesta sin preocupaciones.
Gabriela le sirvió un vaso de agua tibia.
Federico lo tomó y, tras dar un pequeño sorbo, dijo: —Esta noche vuelve a casa y trae el botiquín; pasaremos un tiempo en el hospital recibiendo acupuntura.
—Señor Federico, yo...
—Lo sé. —Dijo él con una mirada profunda y penetrante: —No quieres exponer nuestra relación. Mañana te haré oficialmente responsable de esta habitación.
Gabriela no preguntó más y asintió con la cabeza.
—Vuelve a casa, el conductor te está esperando afuera. Ten cuidado en la noche.
—Entonces, me voy.
Después de una noche de tensión, estaba ex
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