Capítulo 34
Gabriela estaba frente a su casillero, introduciendo algunas pertenencias. Un grupo de chicas atractivas se acercó, con claras malas intenciones.
Se giró calmadamente y preguntó: —¿Hay algún problema?
—Ah, traes almuerzo, déjame ver qué alimentos has traído. —Una de las chicas, llamada Verónica Romero, se lo arrebató y lo dejó caer al suelo.
—Lo siento mucho, no lo sostuve bien. —Dijo ella, con una sonrisa maliciosa.
Gabriela, con los labios apretados, observaba cómo la comida que Rocío había preparado con tanto esmero se desperdiciaba, sintiendo cómo la ira crecía en su interior.
—¿Te enojas? Los del campo siempre son tan tacaños. —Su rostro coqueto estaba lleno de complacencia. Con un movimiento de su mano, agitó el aire y preguntó: —¿Ustedes huelen eso?
—Qué mal huele.
—Gabriela, debe ser tu olor el que se esparce, ¿verdad? Vamos a ayudarte.
Entre risas, comenzaron a rociar desinfectante sobre Gabriela, burlándose mientras lo hacían.
—No solo hueles mal, también tienes ese olor a ti
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