Capítulo 26
—¿Qué opinas?
El hombre se recostó en el suave asiento de cuero, con una expresión relajada y un brillo en los ojos como un manantial bajo la luna.
Gabriela reflexionó: —Señor Federico, creo que ya sabías que esa pintura era falsa.
Era solo un presentimiento.
—¿Qué te hace pensar eso? No soy un maestro en autenticación de arte.
Gabriela frunció el ceño y compartió su suposición: —Te diste por vencido muy rápidamente al principio, y enfrentaste la humillación de Rafael con indiferencia. Lo más importante es...
—¿Qué es?
—El Señor Federico que conozco no gastaría 4.8 millones de dólares en una pintura famosa. Ese dinero para ti sería mejor invertido en algo significativo. —Como fundar una fundación o hacer donaciones.
Él no tenía intereses pretenciosos ni buscaba fama, sino que actuaba con integridad y principios, eso es lo que realmente caracteriza a un caballero noble.
Federico se acercó inesperadamente, mirándola fijamente a los ojos.
—Gabriela, qué inteligente eres. Pero...
Sus ojos
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