Capítulo 10
Laura subió al avión sin mirar atrás, indiferente a lo que Víctor y Manuel pudieran hacer o pensar.
Al despegar, sintió una ligereza que nunca antes había experimentado.
Mientras tanto, en la Villa Laguna Dorada de Puertomira, el ambiente era opresivo.
Habían pasado ya tres horas desde que Víctor y Manuel llegaron con Sonia, pero aún no había señales de Laura.
Solo había equipaje de los tres en la villa, sin rastro alguno del de Laura.
Víctor estaba inquieto, como si presintiera algo impredecible.
Manuel, sentado en el sofá, también lucía especialmente sombrío.
Sonia, consciente de la tensión, decidió guardar silencio.
Ante el silencio constante de los dos, fue Sonia quien finalmente rompió la calma.
—Quizás Laura aún no ha terminado de empacar, ¿por qué no empezamos a organizarnos aquí? Dijeron que cenaríamos juntos esta noche, seguro que Laura no se olvidará.
Víctor, aunque asintió, no pudo sacudirse la inquietud.
Permaneció inmóvil por un largo rato, su corazón instándolo a salir.
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