Capítulo 66
Una vez, mi abuela salió y justo entonces me enfermé; regresó muy tarde y para cuando llegó a casa, mi estado ya era bastante grave.
Desde entonces, comencé a temer profundamente los entornos completamente oscuros.
Un sudor frío cubría mi espalda y las palmas de mis manos mientras a mi alrededor la gente pasaba de un lado a otro.
No podía ver hacia adelante; me empujaron unos pasos y luego recibí varios golpes.
No sé quién me quitó la horquilla del pelo por detrás, pero al instante siguiente, una mano grande, seca y cálida cerró su agarre alrededor de mi muñeca.
Rápidamente, fui arrastrada hacia un abrazo.
El familiar aroma del cedro llenó mis fosas nasales y supe que debería pedirle que me soltara. Sin embargo, el miedo en mi corazón me impedía emitir sonido alguno; me aferré instintivamente a la manga de su camisa, como si fuera mi última esperanza.
—No tengas miedo,— Daniel me guió hacia adelante, su voz juvenil y fría sonó inexplicablemente tierna en ese momento.
Cerré los ojos y l
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