Capítulo 51
Mis manos se cerraban en puño detrás de mí, y mi voz era fría: —Eso es exactamente lo que quiero decir.
—¿Me has bloqueado?
Miré a Daniel, esbozando una sonrisa: —Es bastante obvio.
El rostro de Daniel pasó del enfado a una expresión más grave.
Sus ojos estaban clavados en mí, como si intentara matarme con la mirada.
Nunca lo había visto así; sus ojos casi lanzaban llamas, y sus manos, que colgaban a los lados, se cerraban en puños, con las venas pronunciadas.
Instintivamente, sentí algo de miedo y retrocedí un paso.
Al momento siguiente, unos grandes brazos me sujetaron por los hombros.
Me giré y Julián me observaba con sus grandes ojos.
—Buenos días, mi amor.
...
Ignoré cómo Julián me había llamado y le indiqué con la mirada que soltara mis hombros.
Él arqueó una ceja, como si a propósito no quisiera soltarme.
Nuestra pequeña confrontación parecía, a los ojos de Daniel, como si yo estuviera coqueteando con Julián.
Daniel, usando su mano que no estaba enyesada, me agarró de la muñeca,
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