Capítulo 25

Y los principales culpables de todo esto son Inés y Vicente. Fue entonces cuando supe que, bajo ese rostro de ternura e inteligencia, se ocultaba un corazón malévolo. Sacudí la cabeza, expectante ante sus próximas palabras. —Esto está bien,— Inés tomó mi mano: —En la relación padre-hija, generalmente no hay rencores a largo plazo, ¿verdad? Retiré mi mano de la suya rápidamente: —Habla de una vez, no necesitas tanto preámbulo. Inés se mostró algo avergonzada por mi comentario y apretó sus manos de forma incómoda antes de continuar: —Verás, quedaste en segundo lugar en los exámenes de ingreso a la Universidad de Ciudad de las Nubes, y tu papá está muy orgulloso, quiere organizar una pequeña fiesta. Sonreí con sarcasmo. ¿Quería organizar una fiesta o simplemente exhibirme para ver mi valor? —Está bien.— Asentí: —Pero quiero setenta mil dólares; al empezar el curso necesito comprar ropa y material escolar, ¿puede ser? Si ellos querían beneficiarse de mí, yo también lo haría.