Cherie le devolvió el kit de primeros auxilios a Boyle y le dijo con frialdad: “Hay un espejo en el baño. Puedes hacerlo tú mismo”.
Boyle la abrazó por detrás tan pronto como ella se dio la vuelta. Él dijo en un tono indefenso pero burlón: “Mírame. Por favor, ten piedad de mí”.
Una sonrisa cariñosa pasó por el rostro de Boyle cuando él dijo eso.
Cherie abrió la boca y quiso decir: ‘¿Cómo puedes ser tan desvergonzado?’.
Sin embargo, Boyle ya la había agarrado del hombro y le había dado la vuelta. Ella estaba frente a él en ese momento.
El hombre abrió el kit de primeros auxilios hábilmente. Él sacó un hisopo y lo metió en las suaves manos de ella. Sus acciones eran fluidas y la expresión en su rostro… parecía que merecía una paliza.
Boyle apoyó su alto cuerpo contra la mesa y se quedó quieto. Parecía muy relajado. Él puso la cabeza de lado y le mostró a Cherie su herida para que le fuera más fácil tratarlo.
Cherie se quedó sin palabras.
Cherie mojó el hisopo en el yodo a