Verian se despertó sorprendida mientras dormía.
Estaba empapada de sudor cuando se despertó.
Había soñado con Heaton luchando bajo el mar y llamándola constantemente. Quería salvarlo, pero sentía que su cuerpo estaba siendo retenido por un hechizo, incapaz de moverse ni siquiera una pulgada.
La pequeña Porotita Dulce dormía profundamente a su lado.
Verian miró fijamente la adorable cara de la pequeña Porotita Dulce. Se cubrió la cara y respiró profundamente. Se sentía extremadamente indefensa.
Si Heaton en realidad estaba... ¿Cómo le diría a la pequeña Porotita Dulce?
No podría hacer algo tan cruel. No se atrevía a decirlo.
La luz de la luna desde afuera hacía que todo se sintiera frío y deprimente.
Verian se levantó y cogió uno de los abrigos de Heaton, poniéndoselo sobre el hombro mientras estaba de pie junto a la ventana y miraba la luz de la luna.
Era como si el abrigo aún tuviera el calor y el aroma de Heaton. Se agarró a él y le dio un gran respiro mientras sus lágrimas