Jay sonrió cuando vio que las orejas de ella se ponían rojas.
“Tuviste bastante audacia cuando me molestaste anoche y no te vi siendo tan tímida. Simplemente te moleste un poco delante de Zayne, ¿eso fue suficiente para avergonzarte tanto?”.
Angeline dijo: “No tengo el mismo tipo de relación contigo que con Zayne. Eres mi compañero de vida mientras que él es mi hermano mayor. Deberías ser el único que escuche las amorosas palabras que digo”.
Jay parecía que le habían enseñado algo nuevo. “Eso tiene sentido”.
Angeline dejó escapar un suspiro de alivio.
Quizás fue porque la actividad de la noche anterior había sido demasiado agotadora para Angeline que ella se sintió más impotente que antes. Estiró los brazos y actuó con coquetería: “Dame un abrazo”.
Jay sonrió y la levantó. Le cambió de ropa, le lavó la cara y le cepilló los dientes.
Cuando llevó a Angeline a la planta baja, ella había vuelto a ser su yo más deslumbrante.
Josephine y Zayne miraron al marido y la mujer sin palabr