Capítulo 37
Lucía sentía un dolor sordo en la frente, y un líquido cálido se deslizaba mientras abría los ojos, encontrándose con una visión teñida de rojo.
El humo negro se elevaba desde el frente del auto, y no pudo evitar recordar las imágenes de accidentes de autos y explosiones que había visto en internet.
¿Iba a morir aquí hoy?
Pero Honorato aún no había sido rescatado; no podía permitirse morir.
Según el temperamento de Wálter, si ella moría, era incierto si él continuaría la batalla legal por Honorato.
Con ese tenue hilo de voluntad, desabrochó su cinturón de seguridad, abrió la puerta del auto y se arrastró hacia fuera...
Dos horas más tarde.
Lucía fue despertada por alguien. Parpadeó ligeramente y lo primero que vio fue la deslumbrante luz de una lámpara incandescente.
—¡Señorita, finalmente despertó!
El doctor, vestido con bata blanca, suspiró aliviado. —¿Cómo se siente ahora?
El penetrante olor a desinfectante llenaba las fosas nasales de Lucía.
Poco a poco, comenzó a r
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