Capítulo 31
Lucía se agachó para recoger los pedazos de la cuchara y, de reojo, miró hacia la entrada del comedor.
El comedor estaba vacío, no había rastro de Wálter.
¿Sería que estaba alucinando por haber hecho algo malo?
Echó los pedazos de la cuchara en la basura, se levantó y dio una vuelta por fuera del comedor.
Realmente no había nadie; no se veía a Wálter por ningún lado, lo cual le permitió respirar aliviada y seguir con sus tareas en la cocina.
La cámara de seguridad en la esquina superior derecha del salón parpadeaba con una luz roja.
Las imágenes captadas por la cámara se transmitían remotamente al computador de Wálter.
Estaba lo suficientemente lejos como para que Wálter no pudiera escuchar claramente lo que ella había dicho que había añadido.
Pero hacía mucho que no la veía reír así delante de él.
Inconscientemente, él respondió, curioso por saber qué la había hecho tan feliz.
Pero en cuanto lo dijo, se dio cuenta de que algo no estaba bien.
No debería estar vigila
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