Capítulo 299
Pablo se detuvo en seco al prepararse para bajar del auto, retractando el pie que ya había extendido.
Giró la cabeza para mirar seriamente a Lucía. —Solo hay una cincuenta por ciento de probabilidad de éxito, ¿te da miedo?
—No tengo miedo —respondió ella, aunque sus manos se apretaron sobre el asiento involuntariamente.
La espera siempre es tortuosa; aunque sus días se limitaban a cuidar a Honorato, comer, beber y dar paseos ocasionales, Lucía había perdido cinco o seis kilos.
Yolanda también lo mencionó. —Estás demasiado delgada ahora, tus ojos se ven más grandes que antes.
Sus ojos eran alargados, no redondos, y su cara redonda ahora se veía más afilada. Antes la consideraban una belleza algo encantadora.
Ahora, era una belleza puramente delicada.
—¿Qué te gustaría comer? Cocinaré para ti esta noche, pero ya no puedes quedarte a dormir en mi casa.
¿Cómo podría Lucía preocuparse por estar delgada?
Ella solo se preocupaba por el estado de Honorato; desde que enfermó, él también había

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