Capítulo 268
La cuidadora dejó la toalla al verla llegar. —Señorita Lucía, ¿ha venido? Todos ya hemos almorzado, ¿y usted... oh, sus ojos están rojos, ¿ha llorado?
—No, es solo que hace un poco de frío y tengo alergia en los ojos.
Lucía forzó una sonrisa tensa. —Puede tomar un descanso, yo me ocuparé de él esta tarde.
—Está bien —La cuidadora, notando también la ronquera en su voz, la miró un poco más antes de irse, pero aún así dijo: —Señorita Lucía, trate de alegrarse un poco, Honorato la necesita. Hablo con él todos los días y no reacciona, pero cuando menciono su nombre, él me mira.
—Entendido, gracias —Lucía se sentó junto a la cama en una silla y tomó una toalla tibia para limpiarle la cara a Honorato.
La cuidadora se fue.
En la habitación solo quedaron ellos dos.
Lucía no estaba tan habladora como de costumbre.
En silencio terminó de limpiarle la cara y, dejando la toalla, tomó la mano de Honorato y la apoyó contra su frente sin decir nada.
Honorato, acostado en la cama, de repente giró su c

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