Capítulo 113
Lucía, cargando su pesada maleta, entró a la villa y observó la alta silueta del hombre ante la ventana.
A través del vidrio, su mirada de águila se posó justo sobre ella.
Como una fiera que acecha de en la noche, sus ojos destellaban intriga.
Desde que él le envió el mensaje hasta que Lucía regresó, habían pasado ya casi dos horas.
Pero, para Lucía, esas dos horas fueron una verdadera tortura.
Para Wálter, su ira iba en aumento a cada minuto.
—Señora Fernández, veo que ha decidido usted regresar.
Sosteniendo un cigarro entre sus dedos.
El cenicero a su lado estaba lleno de colillas, haciendo que pareciera un erizo.
Lucía dejó su maleta, se colocó las pantuflas y caminó hacia él.
—¿Has mandado a alguien a seguirme? ¿No es así?
Wálter sonrió: —Noocupas un lugar tan importante en mi corazón como para que malgaste mi tiempo en vigilarte.
Entonces, ¿quién le habría enviado las fotos a Wálter?
La figura de Brisa surge de repente en la mente de Lucía.
—Entonces, ¿quién te envió las fotos?
—¿

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