Capítulo 67
Dos lobos me mordieron la pierna, me di la vuelta y los arañé, retrocedieron, y luego otro par me saltó por la espalda, así que corrí con todas mis fuerzas y estrellé sus cuerpos contra un árbol; entonces escuché los gruñidos de los otros lobos mientras los estos caían al suelo entre quejidos.
Amenacé a todos los lobos con un gruñido antes de abalanzarme contra el que tenía más cerca, hundirle los dientes en el cuello y desgarrarle la cabeza de lado a lado; otro lobo me embistió por un costado, liberándolo de mis garras, pero era muy tarde, ya estaba muerto.
Los lobos que quedaban me atacaron al mismo tiempo, algunos por la espalda, los cuales me arrancaron pequeños pedazos de mi piel; otros se acercaron por mis patas delanteras y traseras. Aunque maté a cuatro de ellos, su grupo era muy numeroso, y cada vez que mataba a uno, dos más aparecían y me atacaban; sin embargo, todo terminó cuando un humano canalla me apuñaló con un cuchillo de plata y luego me clavó una jeringa en el cuello.

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