Capítulo 18

—¿Qué crees? José observaba a Inés con tranquilidad, alzando su mano para acariciar suavemente sus labios repetidas veces. Los dedos, cubiertos por una ligera capa de callos, se sentían algo ásperos. Desconcertada por la acción de José, el corazón de Inés latía desbocado. Nerviosa, tragó saliva y sus palabras carecían de fuerza disuasiva. —José, vamos a divorciarnos, sé considerado. Por alguna razón, al ver los labios incesantes de Inés, José sintió de repente el impulso de besarla. Y, de hecho, lo hizo. Con una sonrisa pícara en su rostro, inclinó lentamente la cabeza y rozó suavemente los labios de Inés. Al sentir la suavidad en sus propios labios, Inés abrió los ojos, completamente sorprendida. Aunque ella y José habían compartido momentos íntimos, nunca la había besado antes. Este beso era el primero. Aprovechando el desconcierto de Inés, José intensificó el momento, enredándose con ella. La temperatura entre ambos se elevó rápidamente y el ambiente se lle