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Capítulo 5

Punto de vista de Kelly Estaba acostada en la cama, desnuda bajo las sábanas blancas. Miraba a Pierce fijamente mientras él también me miraba y me acariciaba el cabello con sus dedos. Me miraba con cariño y admiración, y ante su mirada mi corazón palpitaba. Era mi mejor amigo, pero sentía que podíamos ir más allá de eso. Estaba enamorada de él, tan enamorada que sentía que moriría si lo perdiera. —¿Por qué me miras así? En ese instante, tragué fuerte al sentir incomodidad entre mis piernas. Anoche me entregué a él, después de habernos casado. —¿Qué pasa si quedo embarazada? —pregunté Él no me amaba como yo lo amaba. Se había casado conmigo sólo por sus abuelos. Su abuela estaba enferma y como nuestras familias eran amigas, acordamos casarnos. A decir verdad, nunca pensé que él estaría de acuerdo con este matrimonio. De pronto, acarició suavemente mi mejilla mientras sus ojos se enternecían. —Kels, sabes que no estoy preparado para ser padre. Ni siquiera estoy listo para casarme. Simplemente hice esto por mis abuelos. Sé que lo hiciste por la misma razón, ¿verdad? Al oírlo, sentí que mi corazón se partía en pedazos por lo que dijo, pero le dediqué una sonrisa, aunque estaba destrozada por dentro. Un segundo después, se acercó a mí, me abrazó y me dio un suave beso en la frente. Yo tomé una gran bocanada de aire y ​​cerré los ojos con fuerza. ¡Esto era una locura! ¡Totalmente descabellado! ¿Por qué me enamoré de mi mejor amigo? —Kels… Kelly, despierta... En ese momento, alguien me sacudió los hombros. —¡Kels, vamos! ¿Por qué te dormiste aquí? Pronto, abrí lentamente los ojos y levanté la cara. Me di cuenta de que me quedé dormida en la mesa de mi oficina y ahora me dolían el cuello y la espalda. —¿Pierce? —exclamé al ver al hombre a mi lado. —Te ves cansada. ¿Estuviste trabajando horas extras estos últimos días? Sin embargo, yo solo me quedé mirando su rostro. Él estaba aquí. ¿Por qué estaba aquí? Por lo que recuerdo, había salido con su primer amor. Al recordar eso, sentí una punzada en el pecho. —¿Qué hora es? —pregunté. Él sonrió. —Son casi las cuatro de la tarde. Vine con alguien —respondió. —¿Alguien? —inquirí y mi frente se arrugó mientras recorría el lugar con la mirada. Al instante, mi estado de ánimo cambió cuando vi a una mujer familiar sentada cómodamente en el sofá. En sus ojos noté una expresión de disgusto, pero cuando Pierce miró en su dirección, inmediatamente mostró una dulce sonrisa. —Traje a Lexi para hablar sobre nuestro contrato con ella. Será nuestra nueva modelo. De inmediato, miré a Pierce de nuevo con la cara en blanco. ¡Qué fastidio! —Ven aquí, Lexi. Kels hablará contigo sobre el contrato —continuó Pierce. —¿Contrato? Se supone que debe pasar por una entrevista primero, Pierce —indiqué. Pero él me miró y se rascó la mejilla. —Sobre eso, Kels. ¿Podemos pasarla por alto? Ya sabes, por los viejos tiempos —pidió. —¿Harías eso con cualquiera que conozcas hace tiempo? —inquirí. La expresión de Pierce cambió de inmediato. Apretó la mandíbula y miró a Lexi mientras mis ojos permanecían en él, observando su reacción. —E-está bien si tengo que pasar una entrevista, Pierce. Cuando Lexi dijo eso, mi atención se desvió hacia ella y la miré con una expresión estoica en mi rostro. —Debe gustarte tomar atajos —dije con indiferencia. —¡Kels! —exclamó Pierce al tiempo que me tomaba del brazo. Luego miró a Lexi a modo de disculpas. No pude evitar apretar la mandíbula, pero al segundo siguiente lo miré a los ojos y manifesté: —Tú eres el presidente, Pierce. Puedes hacer lo que quieras. Su frente se arrugó mientras sacudía lentamente la cabeza. —¿Cuál es tu problema, Kels? —No es nada —afirmé mientras sacudía la cabeza. Un instante después, agarré mi bolso mientras me levantaba, aparté mi brazo de él y sonreí—. Buena suerte. —¡Kels! —me llamó él. Salí de mi propia oficina con el corazón apesadumbrado. Seguí apretando la mandíbula y los dientes. Era un tonto. ¡Era hermoso, pero tonto! ¿Cómo se atrevió a traer a su primer amor para hablarme de un maldito contrato? ¡Estúpido e insensible! —¡Kelly! —volvió a llamarme. Sin embargo, lo ignoré y seguí caminando. Los empleados de alrededor nos estaban mirando, pero me importaba un carajo. Fui directo al ascensor y apreté el botón del aparcamiento del subsuelo. Luego miré fijamente a los ojos de Pierce mientras la puerta del ascensor se cerraba lentamente y él se paraba delante, mirándome a la cara. No quería discutir con él sobre Lexi, así que lo mejor sería irme y dejarles hacer lo que quisieran. La realidad es que no podía aceptar el hecho de que Lexi fuera tan descarada como para mostrarme su rostro después de regresar como si nada y tratar a mi crédulo esposo como a un perro. Luke ya me estaba esperando en el coche cuando llegué al aparcamiento. Estaba fumando un cigarrillo de nuevo, pero ni bien me vio venir lo arrojó y lo pisó. —Llévame a casa —dije con frialdad y entré al auto. Una vez dentro, apreté los labios y contuve el aliento, tratando de calmarme. No podía ser débil por mi bebé. —Luke... —¿Sí, señora? En ese momento, miré por la ventana, contuve el aliento y negué con la cabeza. —Nada. Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue darme una ducha y preparar la cena. Podía apostar que Pierce ya estaba comiendo con la p*rra de su amante. De solo pensar en eso me amargaba. —¡KELLY! Estaba a punto de empezar a comer cuando escuché la voz enojada de Pierce. Levanté la vista y lo miré. Corrió hacia mí con expresión de enojo y el cuello enrojecido. —¿Qué hiciste? Al instante, arrugué la frente y respondí: —Cociné. Al oírme, tiró de su cabello y me agarró de los hombros. —¡Le contaste a mi padre sobre Lexi! ¿Por qué hiciste eso? —¿Sales con tu amante sin tomar el mínimo recaudo y me echas la culpa a mí? Además, las noticias tienen alas. Es fascinante, ¿verdad? —contesté. —¡No seas sarcástica conmigo, Kelly! Sabes lo que siento por ella. ¿Por que me haces esto? ¡Lo único que te pido es tu comprensión, Kels! ¡No tienes por qué hacer esto! —dijo. En ese instante, lo aparté enojada. —¿Por qué te desquitas conmigo? ¿Cómo puedes estar seguro de que fui yo? —inquirí. —¡Nadie haría esto excepto tú, Kelly! Ahora sé qué te pasa, ¡estás enojada conmigo y ahora arrastras a nuestra familia a esto! No pude evitar reírme sarcásticamente. Luego le aparté la silla y cayó al suelo de baldosas, generando un ruido sordo, pero no me importó. Simplemente lo miré a los ojos y luché contra la ira que había en ellos. Estaba actuando así por culpa de su amante. Era increíble. —Eres el rey de los idiotas —comenté. —No me des la espalda… —¡Oh, lo haré! —gruñí enojada mientras lo miraba—. Me encantaría darte la espalda siempre que quisiera, Pierce, pero ¿sabes qué? No puedo. ¡Quiero pero no puedo! ¿Entiendes eso? Tengo muchas ganas de dejarte ahora mismo porque me estás tratando como basura. Dijiste que soy importante para ti, dijiste que soy una de las pocas personas que atesoras, pero ¿y esto? ¿Es así como tratas a tu tesoro? Al oírme, sus labios se separaron y me miró a los ojos. Yo solo sacudí la cabeza con labios temblorosos. —¿Sabes qué? Si quisiera deshacerme de ella, iría directamente a buscarla y le aplastaría la cabeza con un maldito bate de béisbol en lugar de hacer el papel de una estúpida ama de casa. Le estás ladrando al árbol equivocado, Pierce.

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