Capítulo 1
Durante el verano.
Dentro del chalet Shepard, una mujer joven estaba sentada perozamente en un costoso sofá de cuero, disfrutando de su goma de mascar. Su perfecta piel parecía brillar bajo la luz del sol.
Era tan hermosa como una obra de arte.
Ella sopló e infló una burbuja de goma de mascar, la cual terminó siendo más grande que su cara.
“Es solo que Bonnie no es lo suficientemente buena para mí, ¿entiendes? ¡Voy a cancelar la boda!”.
El hombre en la entrada le lanzó una mirada asqueada a la joven mujer.
La madre de Bonnie, Vera Shepard, se alarmó.
“Hadwin, sé que Bonnie siempre está haciendo tonterías y por eso no puedo culparte”.
“Pero su abuelo y el tuyo querían que te casaras con ella. ¿Cómo puedes cancelar la boda así nada más?”.
Vera fulminó con la mirada a Bonnie.
“¡Discúlpate con Hadwin ahora y promete que no vas a seguir haciendo tonterías!”.
Bonnie reventó su burbuja y la miró de forma desafiante.
“¿Que me disculpe? ¡Él es el que debería disculparse conmigo! ¡Rompió su promesa de casarse conmigo y me insultó!”.
Vera estaba furiosa.
Pero antes de que pudiera decir algo, Bonnie continuó: “Además, nunca he estado haciendo tonterías, ¿sí? ¡Él es el que ha estado engañándome! Por eso no me importa si la boda se cancela”.
“¡Bonnie! Tú…”, dijo Vera con los dientes apretados.
“Ya es suficiente, Vera”.
Con la mano levantada, Hadwin la interrumpió y dijo: “Bonnie solo es hermosa por fuera. Me interesa más la belleza del interior".
“Nunca me casaré con alguien como ella incluso si me lo ruega. Solo me casaré con una mujer…”.
Él entonces dirigió su amorosa mirada al segundo piso.
“Y esa es Trina”.
“¡Hadwin!”. Conmovida, Trina Shepard bajó las escaleras apresuradamente.
“¡Trina!”. Hadwin se acercó al hueco de las escaleras y abrió los brazos.
Trina se abalanzó a los brazos del hombre.
Los ojos de Trina estaban llenos de lágrimas. “¡Por fin puedo casarme contigo!”.
“Lo siento, Trina. Debí cancelar la boda antes”.
“No pasa nada. Sé que tenías tus razones…”.
Mientras la pareja se miraba con amor, Bonnie recibió un mensaje de texto:
“Señorita Bonita, la investigación llegó a su fase final. Por seguridad, los soldados de élite han sido enviados para escoltarla. Ya estamos llegando”.
Bonnie escribió una respuesta: “Ya salgo”.
Ella escupió la goma de mascar, se levantó y se dirigió a la puerta.
Trina, quien la había estado viendo en secreto, pensó que Bonnie se estaba yendo porque se sentía avergonzada.
Pero ella no creía que Bonnie había sido humillada lo suficiente.
“¡No te vayas, Bonnie! Perdona por lo ocurrido. Hadwin y yo nos amamos. Puedes culparme de esto, ¿sí? No es culpa suya”.
Bonnie miró a la otra mujer por encima del hombro.
“Vete a la mierda, perra”, dijo Bonnie sin emoción alguna.
“¿No me vas a perdonar? ¿Por qué no me pegas para sentirte mejor?”.
Trina tomó la mano de Bonnie y la usó para abofetearse a sí misma.
“¿Qué carajos haces, Bonnie? ¡¿Cómo te atreves a atacar a tu hermana?!”.
Vera se abalanzó sobre Bonnie y le apartó la mano de un manotazo.
Bonnie bajó la mirada y vio la marca roja en su mano.
Unos segundos después, ella levantó la mirada y la dirigió hacia Vera.
Vera era su madre biológica, pero siempre había preferido a Trina, la hija adoptada.
Trina, con los ojos llorosos, comenzó a hablar con dificultad por la tristeza. “No es su culpa, mamá, es mía. No debí robarle a su prometido. Yo…”.
Antes de que pudiera terminar, Bonnie la interrumpió.
“¿Por qué te culparía? Naciste siendo una zorra. No puedes evitar serlo, ¿verdad?”.
Trina se enfureció, pero no podía arruinar su imagen bondadosa.
“¡Trina es tu hermana menor, Bonnie! ¿Cómo puedes decirle una cosa así?”.
Vera miró a Bonnie con decepción.
Bonnie, sin embargo, ni se inmutó.
“Ella no es mi hermana”.
Tras su nacimiento 20 años atrás, una enfermera había intercambiado a Bonnie y a Trina por accidente.
La verdad solo había salido a la luz cinco años atrás, razón por la que había sido sacada del campo para regresar con la familia Shepard.
Vera había seguido criando a Trina, ya que no quería que viviera en la pobreza.
En vez de compensar a Bonnie, Vera la había tratado mal por su crianza en el campo.
“¿Cómo puedes decir algo tan hiriente? Puede que no le haya dado a luz, pero sigue siendo mi hija. ¡No vuelvas a decir eso!”.
Vera deseaba haber dado a luz a Trina en vez de a Bonnie.
Bonnie había escuchado esas palabras muchas veces.
“Me tengo que ir. No voy a volver esta noche”.
Bonnie se dirigió a la puerta.
“¿Qué? ¿Vas a revolcarte con hombres de nuevo?”. Vera estaba enojada.
“No es eso”, respondió Bonnie.
“¿Entonces qué es lo que has estado haciendo? ¡Habla!”, gritó Vera.
Bonnie frunció los labios y frunció el ceño. “Es información clasificada. No puedo decirte”.
Tras decir esto, Bonnie salió del chalet antes de que Vera pudiera decir algo más.
“¿Qué hice para merecer una hija como esta?”.
Una vez fuera, Bonnie se dirigió a la puerta externa del chalet.
Ella vio a más de cien vehículos blindados verdes acercarse.
De repente, un ensordecedor ‘taca-taca-taca’ se escuchó, acompañado de una fuerte ráfaga de viento.
Bonnie levantó la mirada y vio una docena de helicópteros en el cielo, listos para la acción.
Los soldados vestidos con uniformes de camuflaje bajaron rápidamente de los vehículos y rodearon a Bonnie de forma ordenada.