Capítulo 95

Antes de que Alberto pudiera responder, los guardias de seguridad se hicieron a un lado, permitiendo el paso a un Ricardo con el rostro sombrío. —Decano, ¿qué... qué hace usted aquí? Raúl, al escuchar la voz, sintió un escalofrío y se giró rápidamente hacia Ricardo, asintiendo y sonriendo nerviosamente, con el sudor frío en la frente. —¡Hum! Para su sorpresa, Ricardo ignoró por completo a Raúl y se dirigió directamente a Alberto. —Alberto, lo siento, lo siento mucho por las molestias que has tenido que pasar. Ricardo cambió su actitud, estrechando las manos de Alberto repetidamente en señal de disculpa. Ricardo planeaba irse a casa después de terminar su turno, pero al pasar por el vestíbulo, vio a un grupo de guardias de seguridad corriendo apresuradamente. Como decano del hospital, temió que algo grave hubiera sucedido, por lo que decidió seguirlos. Lo que vio casi lo hizo explotar de rabia. ¡Un simple guardia de seguridad, con una audacia increíble! Había ofendido a Alberto, una per