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Capítulo 6

Silvia salió del coche y caminó de regreso a la mansión. El Maybach negro se quedó quieto por un tiempo antes de irse en la dirección opuesta. Neil vio con enojo creciente cómo la figura de Silvia se volvía cada vez más pequeña por el retrovisor. Silvia siempre había sido tímida, por lo que Neil no entendía qué había hecho que fuera tan testaruda en esta ocasión. Él ya se había rebajado al irla a buscar, pero a pesar de esto, ella insistía en divorciarse de él. Sin embargo, él necesitaba ver cómo estaba Ada, por lo que hablaría con Silvia en otra oportunidad. Después de caminar un rato, Silvia recibió una llamada de Cris. “Silvia, ¿dónde estás?”. La preocupación en su voz calentó el corazón de Silvia. “Estoy en mitad de la montaña. Ya voy de regreso”. “¿Dónde está él?”. Silvia habló con calma sin ninguna emoción en sus ojos: “Se fue”. “¡¿Te dejó sola en medio de la montaña por la noche?! Te recogeré en cinco minutos. ¡Espérame!”. Cris no quería darle a Silvia la oportunidad de rechazarlo, por lo que colgó de inmediato. Silvia guardó el teléfono y esperó pacientemente a Cris. Cuando Cris llegó, Silvia estaba de pie junto a la carretera, pateando distraídamente unas piedritas. Ella levantó la mirada tan pronto escuchó el sonido de un motor, justo a tiempo para ver el coche de Cris deteniéndose frente a ella. Cris salió del coche y está claro que se relajó cuando vio a Silvia sana y salva. Él se acercó a Silvia y abrió la puerta del coche para ella. “Súbete, Silvia”. Al ver lo cariñoso que era, Silvia se rio y bromeó: “No es de extrañar que tantas chicas quieran ser tu novia. Eres todo un caballero”. Cris sonrió. “¿Qué hay de ti? ¿Crees que sería un buen novio?”. Al reconocer su tono bromista, Silvia le siguió el juego y asintió con una sonrisa de aprobación. “¡Sin duda! Serías un novio perfecto”. Un atisbo de decepción apareció en los ojos de Cris, pero no dejó de sonreír mientras decía: “Desafortunadamente, no le gusto a la persona que me gusta”. Silvia le dio unas palmaditas en el hombro y lo consoló: “Qué coincidencia. Yo tampoco le gusto a la persona que me gusta”. Cris se rio y negó con la cabeza. “Eres terrible animando a las personas. Solo me haces sentir más triste”. “De acuerdo, vamos a casa. Necesito trabajar mañana”. Cris levantó una ceja. “¿Como mi representante?”. “No, no planeo hacer eso. Además, ya tienes un representante, así que no tendría sentido”. Cris sonrió en silencio. Cuando llegaron a la mansión, el café ya se había enfriado y Silvia ya no tenía ganas de tomarlo. Después de decirle buenas noches a Cris, ella regresó a su habitación. A la mañana siguiente, Silvia se despertó y se acercó a las escaleras después de darse una ducha. Cuando vio a Dulcie esperando en la sala, bajó la escaleras apresuradamente. “Dulcie, ¿puedo tomarme un día libre más?”. Dulcie se burló como un demonio aterrador y colocó una pila de documentos en los brazos de Silvia. “Te has tomado tres años de descanso. ¿No es suficiente? Lee estos documentos mientras vamos a la compañía. Tenemos una ardua batalla esperándonos el día de hoy”. Silvia miró pasmada la pila de documentos. “¿Por qué tengo una carga de trabajo tan grande en mi primer día?”. “No me hagas empezar. Los ancianos casi ponen patas arriba la Corporación MY durante estos tres años en los que estuviste fuera. ¡Han estado contratando familiares que son un montón de vagos que solo recogen sus salarios sin levantar ni un dedo! Si no regresas pronto, ¡la compañía caerá en bancarrota!”. Estas noticias sorprendieron a Silvia. De camino a la compañía, Dulcie no pudo resistir las ganas de chismear. “Oh, por cierto, esta mañana vi a Cris Rios en tu mansión. ¿Te acabas de divorciar de Neil y ya te convertiste en la mujer ricachona de un actor galardonado?”. Silvia apartó su mirada de los documentos y la dirigió al rostro de Dulcie. Habló con una expresión seria: “Primero que nada, Cris y yo solo somos amigos. Segundo, Neil y yo no estamos divorciados legalmente, por lo que no es mi exesposo”. Dulcie se sorprendió. “¡¿Estás siendo la mujer ricachona de Cris sin haberte divorciado de Neil?! ¡Eso es muy emocionante!”. Silvia no podía creer lo que oía. “¿Acaso aprobaste tus clases de español?”. Dulcie levantó la barbilla con orgullo. “¡Claro que sí! Solía ser la mejor de la clase”. “¿Eras la única estudiante de la clase?”. Dulcie dijo con enojo: “¡Cállate, Silvia!”. Silvia dejó de hablar y siguió leyendo los documentos. Después de un tiempo, el teléfono sonó. Ella se sintió un tanto desconcertada cuand vio que era una llamada de un número desconocido. Tan pronto respondió la llamada, escuchó la voz llena de ira de Neil. “¡Silvia, desbloquea mi número!”. Silvia colgó de inmediato y apagó el teléfono, luego se lo lanzó a Dulcie y dijo: “Consígueme una nueva tarjeta SIM y desactiva esta”. Recordando las burlas de antes de Silvia, Dulcie dijo con sarcasmo: “¡No soy tu secretaria! ¡Dile a tu secretaria que lo haga!”. Silvia cerró la carpeta con el documento, levantó una ceja y dijo: “Bien. Ya que la Corporación MY parece estar en graves problemas, debería declararla en bancarrota”. “¡No! Por favor, lo siento. Te ayudaré con esto, ¿sí?”. Silvia levantó la ceja de nuevo cuando vio el cambio de actitud de Dulcie. “Solo estaba bromeando. No te lo tomes tan en serio”. Dulcie se quedó sin palabras. Lo primero que hizo Silvia tras llegar a la Corporación MY fue hacer una reunión de accionistas. Una hora después, los normalmente asertivos accionistas salieron enojados de la sala de conferencia. Dentro de la sala de conferencias solo quedaban Dulcie y Silvia. Dulcie le dedicó un pulgar arriba a Silvia y expresó su admiración. “¡Silvia, no perdiste tu agudez! Me sorprendió ver cómo dejabas sin habla a esos ancianos. Nunca los había visto retroceder de esa manera antes”. Silvia le lanzó una mirada indiferente y dijo: “Dame una lista de los empleados que se unieron a la Corporación MY a través de sus conexiones con los accionistas. Vamos a comenzar con los despidos mañana”. Dulcie se sorprendió. “¡¿Mañana?! ¿No es demasiado pronto? Acabas de confrontar a estos ancianos hoy, así que aún no se han calmado. Podrías disgustarlos si despides a su gente”. “Dile a cualquiera que tenga un problema con ello que venga a mi oficina”. Tras decir eso, Silvia salió de la sala de conferencias. Entendía a grandes rasgos el problema de la Corporación MY. Si no lo resolvía rápidamente, la compañía caería en bancarrota antes del próximo año. Silvia entró en modo de trabajo tan pronto volvió a su oficina. Ella había estado fuera por tres años, pero no tenía mucho tiempo para recordar el pasado. En menos de una hora, la noticia del regreso de la fundadora de la Corporación My se extendió por todo el círculo empresarial de la Ciudad Ryoln. Ya que Silvia nunca había hecho una aparición pública, ella era una figura misteriosa para el resto del mundo. La gente especulaba que ella había regresado para salvar a la Corporación MY de caer en la bancarrota. En la oficina presidencial de la Corporación Remus, Neil estaba intentando contactar a Silvia. Sin embargo, todo lo que recibió fue una voz robótica diciéndole que el teléfono estaba apagado. Los límites de su paciencia estaban siendo puestos a prueba. Cuando entró en la oficina, Curtis sintió como si hubiera entrado en un campo nevado. Curtis se acercó instintivamente con pasos ligeros para evitar hacer enojar a Neil. “Señor Remus, puede que tengamos que pausar nuestros planes de adquirir la Corporación MY. Parece que su fundadora ha regresado hoy”. Neil frunció el ceño y respondió distraídamente: “Continúa con el plan de adquisición y añade cien mil millones al presupuesto original”. “La fundadora de la Corporación MY se volvió reconocida por establecer una compañía de la nada. Fue sorpresivo cuando la fundadora le dio el control a sus accionistas tiempo después y puede que su regreso se deba a que quiere salvar la compañía. Si queremos adquirir una compañía, la Corporación MY no es la mejor opción”. Neil siguio sin interés en este asunto, así que dijo con severidad: “Continúa con la adquisición y aumenta el presupuesto si el original no es suficiente. ¡No me hagas repetirlo! Otra cosa, haz que alguien vigile la entrada de la mansión de Cris. Notifícame cuando Silvia aparezca”. “Entendido, señor Remus”. Curtis sintió curiosidad por lo irritable que estaba Neil. Era obvio que le gustaba Ada, así que ¿por qué se negaba a divorciarse de Silvia para casarse con Ada? Como sea, este era un asunto personal de Neil, por lo que Curtis no podía intervenir y solo podía seguir las órdenes de Neil. “Por cierto, señor Remus, el collar Lágrimas de Ángel que ganó en la subasta en Ceattle ya llegó. ¿Debería traerlo para que se lo pueda dar a Silvia en persona?”. El collar Lágrimas de Ángel tenía una gema azul con forma de lágrima rodeado de miles de diamantes. Brillaba bajo la luz y era capaz de cautivar a cualquiera que lo viera. Neil pensó que era perfecto para Silvia tan pronto lo vio, por lo que había decidido meterse en la subasta de él para dárselo como regalo por su tercer aniversario. Sin embargo, debido a su discusión, Neil se había olvidado de esto. Neil frunció los labios y dijo: “Sí, tráemelo. Se lo daré personalmente”. Curtis dejó la oficina de Neil tras dejar el collar Lágrimas de Ángel. Neil recogió un documento, pero no pudo concentrarse. La expresión de determinación de Silvia cuando lo había dejado la noche anterior estaba llenando su mente. Neil cerró la carpeta con frustración, abrumado por un sentimiento de impotencia. Justo cuando estaba preparándose para levantarse y tomar un descanso, su teléfono sonó.

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