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Capítulo 1

—Alicia, ¿acaso no vas a reconocer tu error? La boca y la nariz de Alicia estaban sumergidas en el agua, lo que le provocaba un dolor agudo en la garganta. Abrió los ojos desde el umbral de la muerte y vio a su segundo hermano, Vicente García, en la orilla de la piscina, junto con su cuarto hermano, Pedro García, quien sostenía a María. Un destello de sorpresa cruzó por sus ojos, y esa escena le resultaba tan familiar. ¿No estaba ella muerta? ¿Acaso se había reencarnado tres años atrás, en el día en que María fue oficialmente adoptada por la familia García como hija de la familia? En la fiesta, María la había traicionado a propósito, haciendo que todos pensaran que fue ella quien empujó a María al agua. Pedro fue el primero en notar lo que sucedía, pero solo rescató a María, dejando a Alicia, que tampoco sabía nadar, luchando en el agua. Vicente, entonces, le preguntó insistentemente si iba a reconocer su error. Si no lo hacía, no la salvarían. Ella luchaba desesperada en el agua, pidiendo perdón y rogando a sus hermanos que la rescataran. Solo cuando estaba a punto de morir, la sacaron del agua. A partir de ese momento, Alicia nunca más se atrevió a molestar a María. Con mucha cautela, comenzó a complacer a sus hermanos, pero ¿qué recibió a cambio? María robó el resultado de su tesis de graduación, y Vicente, en favor de María, la acusó de plagiar y la expulsaron. María necesitaba un trasplante de riñón debido a su mala salud, y su tercer hermano, Oscar García, la llevó personalmente al quirófano para darle su riñón. María necesitaba mejorar su reputación con los resultados de competiciones internacionales, y los hermanos Pedro, Marco y Raúl García no dudaron en echarla del equipo. Alicia descubrió las pruebas de que María había plagiado la tesis y falsificado el historial médico. Llevó las pruebas a Jorge García con la intención de desenmascarar a María. Pero esto desató la ira de todos; nadie creyó sus palabras, ni siquiera miraron las pruebas detenidamente. El primer hermano, Jorge, la echó de la casa para que reflexionara. Alicia terminó en la calle, sin dinero, y sufrió enormemente. Los recuerdos volvieron a su mente, y Alicia dejó de luchar, dejándose hundir directamente en el fondo de la piscina. Abrió los ojos, su rostro impasible, como si ya estuviera muerta. Observó a los hermanos alrededor de María en la orilla, y aunque miraba una vez más, su corazón seguía doliendo con fuerza. Qué irónico. Ella, su hermana biológica, no valía más que una extraña. Vicente, en la orilla, seguía observando a María hasta que, al no escuchar más los sonidos de Alicia luchando, se giró hacia la piscina. Alicia ya se había hundido en el fondo. Al verla, el rostro de Vicente se tornó pálido al instante: —¡Alita! Sin pensarlo, Vicente saltó al agua. María, al ver que Alicia se hundía, dejó escapar un destello de satisfacción en su mirada. Alicia moriría, y todo estaría mejor. Fingió debilidad, tomó la manga de la camisa de Pedro y dijo con voz débil: —C-cough, Pedro, también quiero salvar a Alicia. Ella cayó al agua por mi culpa. Pedro, que también estaba preocupado, al escuchar esto, intentó calmar a María rápidamente: —No digas tonterías, Vicente ya la ha salvado. Alicia se lo merece, no morirá. Pedro desvió la mirada hacia la piscina, su expresión algo compleja. Alicia, bajo el agua, miraba a Vicente nadando hacia ella. Su rostro mostraba una preocupación que no parecía falsa. Fue él quien la presionó para que reconociera su error, mientras observaba con indiferencia cómo luchaba por no ahogarse. Esta vez, Alicia no necesitaba que él la salvara. Un destello de desdén cruzó por los ojos de Alicia, y, dando media vuelta, emergió del agua. En su vida pasada, después del incidente de ahogamiento, Vicente la obligó a aprender a nadar con María. Ella ya había quedado marcada por esa experiencia, pero para complacer a Vicente, luchó contra su miedo y aprendió a nadar. Sin embargo, al final, Vicente solo elogió a María por ser valiente y superar el temor psicológico. Lo que nadie sabía era que aquel minuto que pasó sola en el agua, la dejó con graves secuelas. Pero a nadie le importó cómo estaba ella, Vicente solo tenía ojos para María. —Alicia, ¿qué estás haciendo ahora? ¿Crees que fingir ahogarte borrará el error que cometiste antes? Vicente bloqueó su camino, sintiendo que Alicia había cambiado mucho. ¿Cuándo aprendió a nadar? Alicia levantó la vista, mirando a Vicente. Antes, él era su hermano favorito. Porque Jorge siempre había sido tan estricto, solo Vicente parecía estar cerca de ella. Pero ahora, en los ojos de Vicente solo había desdén e impaciencia. La voz débil de María se escuchó: —Vicente, esto no es culpa de Alicia. Sé que ella nunca ha querido que yo sea parte de la familia García. Soy yo la que fue demasiado ambiciosa, no debería haber esperado tener una familia. No peleen por mi culpa, ¡todos ustedes son muy importantes para mí! Pedro levantó la cabeza y miró a Alicia con furia: —¡Ahora estás satisfecha! ¡Si no fuera por su padre, que murió para salvarte, ella nunca habría sido huérfana! ¡Nunca debimos haberte salvado, malagradecida! ¡Hubiera sido mejor dejarte morir! Vicente frunció el ceño: —Alita, debes tener conciencia. Debemos tratar a María como parte de la familia. Eso es lo que la familia García le debe, y lo que tú le debes, ¿me entiendes? —Vicente, ¿cómo puedes defender a una ingrata como ella? Si tuviera un mínimo de conciencia, nunca habría empujado a María al agua. ¡El Señor Álvaro salvaría a un perro antes que a ella! Alicia se sintió como si estuviera en un desierto helado, su cuerpo completamente frío. Si pudiera, preferiría nunca haber sido rescatada. Aguantó el dolor agudo en su pecho, y, con voz ronca, dijo: —Es cierto, fue mi error. No volverá a suceder. Porque no cometería una estupidez así otra vez. Si ellos querían que María fuera su hermana, ella simplemente se retiraría. —Alita, ¿de verdad lo hiciste a propósito? ¿Sabes que María no sabe nadar? ¡Podría haberse ahogado! Vicente estaba decepcionado, había pensado que solo había sido un accidente, pero no, Alicia realmente había intentado matar a María. ¿Desde cuándo se había vuelto tan cruel? En ese momento, el médico de la familia llegó corriendo, y Pedro, girándose, regañó a Alicia con furia: —Más te vale rezar para que María no tenga nada grave, porque cuando Jorge regrese, tendrás que enfrentarte a las consecuencias. Vicente dio unos pasos más, luego se detuvo al ver a Alicia empapada, con el rostro pálido, de pie en el mismo lugar. Su corazón, aunque reticente, se suavizó un poco. Le habló: —Vete a tu habitación y cámbiate. La fiesta está a punto de empezar. Alicia no emitió ni un sonido, y pronto se quedó completamente sola. Esperó hasta que todos se fueron, y entonces se agachó y comenzó a toser violentamente, como si fuera a sacar los pulmones de su cuerpo. Tragó la sangre espesa que se acumulaba en su garganta, se apoyó en su cuerpo y regresó a su habitación. Se recostó en la bañera, cerró los ojos y recordó cómo, en su vida pasada, después de terminar en las calles y cambiar su carácter, pensó en matar a María. Pero fracasó. Fue encerrada en un hospital psiquiátrico por Jorge, y murió torturada por las enfermeras que María había dispuesto para ella. Se tapó la cara y soltó una risa, que sonaba espeluznante. Muy bien. Cuando Alicia volvió a abrir los ojos, su mirada estaba completamente fría. Después de vestirse, Alicia observó su habitación, que le parecía algo extraña. En su vida pasada, esta habitación también le perteneció a María; ella acabó ocupando la pequeña habitación de María. Alicia vio la foto de la familia sobre la mesa: una pareja joven abrazando a un bebé, con seis niños pequeños a su lado. Lamentablemente, después de su nacimiento, sus padres murieron en un accidente de tráfico. El conductor la sacó del coche primero, pero cuando regresó a salvar a los padres, explotó el tanque de gasolina y el conductor también murió. María era la única hija del conductor, siempre frágil y enfermiza. Después del accidente, Jorge acogió a María en la Casa García y la crió junto con ella. Desde la aparición de María, todo cambió. Sus hermanos favoritos se inclinaban cada vez más hacia María. —María está débil, he contratado un chef para que le prepare comida adecuada para su salud, Alicia, tú supervisa que María coma bien. —Alicia, María también quiere aprender a pintar, ya que tú casi lo dominas, ¿por qué no dejas que ella tenga el profesor? —Alicia, esta vez te pido que te retires de la competencia y dejes a María, la segunda clasificada, representar a la escuela, ella ha estado preparándose mucho tiempo. —Alicia, María tiene una calificación baja, pero tú y ella pueden inscribirse en la misma universidad, así podrías cuidarla en el futuro. ... Alicia se llevó una mano a la cabeza, y su corazón se llenó de un dolor penetrante. Respiró lentamente, tratando de calmarse, hasta que el dolor pudo ser reprimido. ¡Jamás volvería a tener algo que ver con la familia García! Guardó la foto y comenzó a recoger sus cosas. Poco después, la sirvienta tocó la puerta: —Señorita Alicia, la fiesta ha comenzado, el Señor Vicente ha pedido que se cambie y baje. —Entendido. Alicia abrió la puerta y caminó directamente hacia el bullicioso salón. La sirvienta la observó con los ojos muy abiertos y murmuró: —¿Qué se ha puesto la Señorita Alicia? ¿Acaso se volvió loca por la presión? La fiesta afuera. María estaba con un vestido de noche blanco, su largo cabello negro caía sobre sus hombros, luciendo una imagen pura, amable y encantadora. Vicente y Pedro estaban de pie a su lado, mirándola con ternura y complacencia. La escena no podía ser más cálida. Vicente no pudo evitar pensar en Alicia. Ojalá ella pudiera ser tan dulce y comprensiva. En estos años, el carácter de Alicia se había vuelto cada vez más arrogante y dominante. —¡Aquí viene Alicia!
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