Capítulo 59 Desprecio

Sentí un líquido frío ingresar a mi vena y el olor familiar de desinfectante me hizo saber que estaba en el hospital. No sé si fue el asunto de María lo que me puso nerviosa y me hizo sentir más débil, sufriendo de sangrados nasales frecuentes y desmayos. No es de extrañar que el médico me dijera que siempre debía tener a alguien a mi lado; sin María, probablemente ya habría muerto varias veces. Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que María ya estaba dormida a mi lado. Intenté con esfuerzo alcanzar una botella de agua, y una mano rápidamente la abrió y me la pasó. —¿Despertaste? ¿Te sientes mal? La mano grande de Antonio cubrió mi frente, su palma cálida me transmitió calor y me hizo sentir menos mareada. Bebí un sorbo de agua y eso me revivió un poco. María levantó la cabeza de golpe, su cabello estaba desordenado. —Clara, ¿por qué te desmayaste otra vez? ¿Por qué no has estado comiendo bien últimamente? Su voz estaba más ronca, pronto sonaría como la de un anciano. Rápidamente le p