Capítulo 114 ¿Crees que estoy libre?
Silvia apretó los dedos con tanta fuerza que las uñas se clavaron en la palma de su mano, causando un poco de dolor. Con calma gritó: —Papá, suelta el cuchillo de frutas, suelta el cuchillo.
Sebastián, al ver a tantos policías, estaba pálido de miedo: —Yo, yo, yo no sé qué pasó, Silvia, no fue intencional, no sé por qué llegó a esto...
—¿De dónde sacaste el cuchillo? —Silvia tragó saliva.
—Nosotros... estuvimos esperando mucho tiempo en el pasillo, el doctor no venía, así que pensé en pelar una manzana para tu mamá, y luego la enfermera vino y nos dijo que no podían hacer la cirugía, que volviéramos a casa, que no había corazón. Ellos no explicaron bien, y me puse muy nervioso...
Silvia suavizó su tono: —Suelta el cuchillo, libera a la persona, deja el resto en mis manos.
Sebastián asintió repetidamente.
Estaba completamente desconcertado, sin saber qué hacer. Con manos temblorosas, apartó el cuchillo del cuello de la joven enfermera.
La enfermera inmediatamente corrió, y los policías
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