Capítulo 5
Bella
Pedí permiso para salir temprano del trabajo y, a la una de la tarde, llegué al Hotel Conrad.
Le entregué su regalo de cumpleaños al tío John y dije unas palabras en su honor.
Mi padre aún no había llegado, y no tenía intención de ver lo felices que él y su am*nte eran.
Estaba pensando en irme antes de que él llegara, pero la tía Carter me detuvo.
"Bella, nos iremos después de almorzar", me djio. "Estamos esperando que llegue otro invitado muy importante".
"¿Qué invitado importante?" Pregunté con curiosidad.
El tío John y la tía Carter eran personas comunes y corrientes, y sus amigos eran personas trabajadoras, como nosotras. ¿Por qué el tío tendría invitados importantes?
"Es el hijo de uno de los compañeros de armas de tu tío John", la tía Carter respondió emocionada. "Ah, por cierto, también es el nuevo jefe de tu empresa".
"¿Qué?" Exclamé. Estaba atónida al escuchar lo que la tía Carter había dicho.
Herbert otra vez. ¿Por qué tenía que toparme con él donde sea que vaya?
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, vi a Herbert entrando con la familia de mi padre.
Odiaba a esa gente y todo lo que quería hacer era huir lo más antes posible, para no tener que interactuar con ellos.
Pese a esto, la tía Carter me llevó a los asientos VIP.
Cuando me senté, me di cuenta que la nueva familia de mi padre, Herbert y yo estábamos sentados en la misma mesa.
Miré a la persona frente a mí y me di cuenta del ambiente tenso.
La mujer que había arruinado el matrimonio de mis padres se llamaba Connie Briden, y la que estaba a su lado era Emma Briden, su hija. Tenía los ojos muy grande, la nariz alta y senos grandes.
Su cintura era muy delgada y sus nalgas eran regordetas...
Era obvio que nada de eso era natural.
Ella había logrado su belleza gracias a la cirugía plástica.
Tenía la sospecha de que todas las partes de su cuerpo habían pasado por el bisturí.
Además, Emma llevaba mucho maquillaje. Por lo que había escuchado, nadie la había visto sin maquillaje.
Por su parte, Herbert se sentó en el lado opuesto a mí con un aire de superioridad. Al parecer, él no tenía nada que ver con la gente o las cosas que lo rodeaban.
Por otro lado, mi padre tampoco me estaba prestando atención.
Decidí bajar la cabeza y comer rápido, sin mirar a nadie.
Después de todo, había platos muy deliciosos en la mesa y no podía dejar pasar esa ocasión.
No obstante, aunque mis ojos no los veían, mis oídos todavía los escuchaban.
"Oh, Emma, este es el Sr. Herbert, el hijo de un antiguo compañero de armas de tu tío", mi padre, Ryan Stepaneck, dijo. "Ahora es el director ejecutivo de la sede de la empresa y, en el futuro, haremos muchos negocios juntos. Deberías hablar con él". Su voz era muy halagadora.
Era la voz de mi propio padre.
Ese padre que una vez nos engañó a mi madre y a mí, y que no se hizo cargo de nosotras después de abandonarnos.
Mi padre había puesto una pequeña agencia de seguridad después de divorciarse de mi madre, y se decía que Connie Briden y su hija eran buenas para dirigir la empresa de un hombre. Ellas habían causado varias peleas y divorcios entre varias parejas.
"Encantado de conocerte", Emma le dijo a Herbert. "Mi nombre es Emma Briden y espero que, de ahora en adelante nos llevemos bien". Su voz era muy pretenciosa.
"Hola". Herbert respondió. No había ninguna expresión en su rostro. Aun así, mantuvo su educación y su cortesía.
"Es muy anticuado llamarlo Sr. Wharton, ¿no cree?" Emma preguntó. "¿Por qué mejor no lo llamo por su nombre?" Sonrió de manera rígida.
Al ver esto, sentí escalofríos y mucha vergüenza.
No entendía por qué a los hombres les gustaba una mujer como Emma.
De todos modos, Herbert solo bajó la cabeza y siguió comiendo, sin responder a la pregunta de Emma.
"Herbert, ¿qué te parece si intercambiamos números de teléfono?" Emma insistió con una sonrisa. "Tal vez tengamos que hablar de negocios, en el futuro".
"Puedes agregar el número de mi secretaria", Herbert dijo, levantando la cabeza.
A pesar de que Herbert se había negado a intercambiar contactos, Emma no se daba por vencida y siguó hablandole.
De repente, Connie me miró y me apuntó con su arma. "Bella, eres muy grosera", me regañó. "Soy la esposa de tu padre y debes mostrarme respeto. ¿No piensas saludarme?"
Ella estaba buscando pelea a propósito.
Me enojé un poco al escucharla.
¿Mostrarle respeto? ¿Quién se creía que era?
Ella había arruinado el matrimonio de mis padres e incluso había insultado a mi madre.
Si no fuera porque en aquel entonces solo tenía diez años, le hubiera dado una paliza.
"¿Por qué tengo que mostrarte respeto si eres una mujer tan malvada?" Pregunté en un tono sarcástico.
"Ryan, tu hija ha ido demasiado lejos", Connie dijo, volteándose para mirar a mi padre.
Cuando escuchó esto, Ryan se puso furioso. "Bella, discúlpate con tu tía de inmediato". Me regañó.
Este hombre era mi padre.
Así haya sido mi culpa o no, me estaba diciendo que me disculpe con su esposa.
De ninguna manera pensaba disculparme.