Capítulo 63

—Eso será todo por hoy. Muchas gracias, Lorena. Nos despedimos de Lorena siguiendo el protocolo que Arturo nos enseñó, y ella responde con una reverencia aún más formal. —Espero que puedan ayudar a promover el Templo de la Diosa, para que La Gran Diosa tenga más fieles. Nos pide Lorena mientras nos acompaña a la salida. Nos despedimos de nuevo y comenzamos el descenso por la montaña. Antes de alejarme mucho, miro hacia atrás para ver a Lorena una última vez. Frente al imponente templo, la figura esbelta de la monja se perfila contra la gran puerta roja. Su largo cabello, recogido con cintas de colores en intrincadas trenzas sobre su cabeza, se mueve suavemente con el viento. A unos pasos de la puerta, dos rododendros en flor llenan el aire con su viva coloración roja. Un viento fuerte hace bailar los pétalos alrededor de Lorena. A pesar del intenso sol, el calor no es tan abrasador como durante la subida; el sol ahora parece más suave y el cielo empieza a teñirse con tonos crepuscula