Capítulo 52

—¿Te gusta? Isabel se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando su cara entre las manos. Sus ojos brillaban como un lago claro y reluciente. Vicente no esperaba que Isabel adoptara una pose tan encantadora tan pronto como se sentara. —Por supuesto que me gusta. El deseo, que solo había sido suprimido tras el baño medicinal, no se había extinguido, y con la provocación de Isabel, de repente resurgió. Isabel sonrió levemente, aparentemente muy satisfecha con la respuesta de Vicente. Ambos continuaron mirándose fijamente, como si quisieran grabar al otro profundamente en sus ojos. No fue hasta que el camarero trajo las bebidas que sus miradas se separaron. Vicente carraspeó y, levantando su copa, dijo: —Gracias por organizar esta noche. Isabel, con las mejillas ligeramente sonrojadas, también tomó un sorbo de su bebida para calmar sus emociones. —Decir gracias de boca para afuera no suena sincero. —¿Entonces cómo quisieras que te agradezca? —Empecemos un romance,— propuso Isabel. —¿Qu