Capítulo 297
—No tienes ni un poco de gratitud,— dijo ella.
Esto...
Sara se quedó sin palabras; había algo de verdad en ello.
Pero lo que recordaba era que Braulio también le había dado una palmada.
Había olvidado completamente que Braulio la había salvado.
Tac, tac, tac...
Se oyeron pasos en la entrada del patio.
Sergio y Elena llegaron cargando víveres y al ver a Mónica, se animaron de inmediato.
—Mónica, ¿cómo has venido?
¡Rápido, entra a la casa, te lavaré unas frutas!
—Mónica, ¿cuándo llegaste? Ven a descansar adentro, voy a prepararte algo de comer.
Mónica se sintió algo cohibida: —Tío, tía, no sean tan formales.
Alicia, asumiendo de nuevo su papel de pequeña adulta, tomó de la mano a Mónica y la llevó hacia la casa: —Vamos, esta es tu casa también ahora.
Braulio, al ver esta escena, casi suelta una carcajada.
Esa niña lo sabía todo.
Con la llegada de Mónica, la casa se llenó de vida de repente; la cocina resonaba y el aroma a comida se esparcía por el patio.
Las risas y voces no cesaban.
Hac
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